La nieve sin sangre…
Comentario sobre el cuento El rastro de tu sangre en la nieve de Gabriel García Márquez
Por María de Lourdes Javier Rivera
Todo iba bien. Dos jóvenes recién casados en la euforia de un amor que todavía les quedaba grande, dos latinoamericanos en luna de miel por Europa, rodeados de regalos, comodidad, lujo, el mundo entero abriéndose delante de ellos. Todo parecía perfecto.
Nada podría detener el curso de estos jóvenes con tanta vida y tanto amor a sus pies. Nada, excepto la diminuta espina de una rosa, una minúscula cortadura y todos los sueños, toda la pasión, todo el amor, toda la vida se cuelan con la sangre que se derrama por esa aparentemente inocua herida. Tras leer El rastro de tu sangre en la nieve de Gabriel García Márquez uno se queda con la sensación de que no hay nada realmente inocuo en la vida, que una pequeña cortadura puede ser mortal, que llegar demasiado tarde o demasiado temprano a un sitio podría cambiar el rumbo de nuestra desolación, que la vida entera puede abandonarnos sin que nos demos cuenta. No hay consuelos que nos salven de la fragilidad de la vida, del horror de la muerte. Nada es inocuo.
Nena Daconte y Billy Sánchez pertenecían a la alta sociedad. Ambos provenían de familias influyentes, poderosas y adineradas de su país. No obstante, existen diferencias entre ambos. Mientras Nena Daconte es una joven refinada y educada, que ha viajado mucho para su corta edad, Billy Sánchez es un bandolero que a pesar del prestigio de sus apellidos se dedica a aterrorizar con su pandilla. Nunca ha viajado, no conoce ningún otro idioma y ninguna otra realidad que la de su pueblo. En gran medida Billy Sánchez es un ignorante privilegiado.
Quizás el sentimiento que los unió fue genuino, pero el texto sugiere que era muy inmaduro. Eran adolescentes, Nena tenía 18 años mientras que Billy tenía apenas 17. No tenían mucha experiencia en el amor ni el sexo. La misma Nena era virgen antes de entrar en relación con Billy. Juntos descubren la pasión y el deseo por primera vez. Las descripciones que se nos ofrece del proceso en el que se desarrollaba esa relación son muy sexuales, casi todo lo que se nos cuenta son encuentros furtivos y apasionados. Lo que más nos deja entender que la relación fue precipitada hacia el matrimonio es el poco tiempo que transcurre: “Había empezado tres meses antes de la boda…” La juventud, mezclada con el poco tiempo que estuvieron juntos demuestran claramente la inmadurez de esta relación. Allí estaban estos niños recién casados, emprendiendo una luna de miel por Europa mientras Nena Daconte llevaba un embarazo de dos meses, casi como si a una situación se le precipitara otra: no sólo se enfrentaban a un matrimonio a tan temprana edad, sino que se enfrentaban a una familia, como niños jugando a casa.
Otro detalle desconcertante es el hecho de que la relación entre estos dos jóvenes surgió de la violencia. Nena Daconte estaba desnuda, poniéndose el traje de baño para disfrutar de la playa, cuando entra Billy, cadena en mano, inmerso en su hazaña de vandalismo. Él la amenaza de violarla bajándose los pantalones. Ella le devuelve la amenaza, dejándole saber la supuesta experiencia sexual que ella tenía. Este es el comienzo de la relación entre ambos, apenas tres meses antes de la boda.
Llegan a Madrid todavía embriagados de ese amor pasional y joven que se permeaba entre ambos. Hasta que la rosa hiere justamente el dedo donde Nena Daconte llevaba el aro de bodas. No accidentalmente, este pinchazo tiene su resonancia con cuentos de hadas como La bella durmiente. Pero aquí no hay hechizos que se puedan revertir. El príncipe no aparece, la princesa nunca se despierta.
Al momento Nena no le da importancia a la herida. Nadie le da importancia. Billy se obsesiona con el carro. Como buen caribeño se asombra con la nieve y juega como un niño con ella. Es significativo que en muchas de las descripciones de este viaje en carro desde Madrid a París se describe a Nena Daconte como una “criatura”, palabra que crea distancia entre ambos y que nos permite entender cierta frialdad en el trato de Billy hacia Nena. El hecho de que la herida fue precisamente en el dedo donde llevaba el anillo no es mera coincidencia. En la narración de estos pasajes se puede entrever cómo Nena Daconte asume una actitud pasiva y dócil frente a su esposo. Se olvida de sí misma. Se preocupaba por Billy, quien todavía no parecía registrar el sueño, ni el cansancio, ni el hambre en vez de atender su dedo. Cuando expresa que lamentaba haber pasado una noche sin amor, él sugiere que podían tener relaciones sexuales sobre la nieve. Lo sorprendente es que ella lo considera y cuando decide que sería mejor esperar, él le reclama que era la primera vez que ella le fallaba. Una herida imperceptible, casi invisible, y Nena Daconte siente que el alma se le escapa por ella. Todo perfecto en la superficie, los dos aparentemente felices, pero algo parece estar perforado en esa relación. Pero son precisamente esas pequeñas cosas que no le concedemos importancia las que en ocasiones pueden ser mortales. Lo cual es precisamente lo que sucede en este cuento. Nena es ingresada en un hospital donde eventualmente fallece desangrada sin que Billy se entere.
La interpretación más simplista sería de que la herida es metáfora meramente de la relación entre ambos, que la indiferencia de Billy hacia Nena le causó la muerte. Podría ser y en cierta medida lo es. Pero no es tan sencillo. ¿Por qué muere Nena Daconte? Parcialmente por la fijación de Billy con el carro. En parte también porque Nena misma no quería concederle demasiada importancia a la herida. Pero no es tan sencillo. El frío de la nieve que los rodea se extiende a la indiferencia de los otros. A través de todo el cuento aparecen personajes que de alguna manera resisten a ayudar a los jóvenes. En un inicio los guardianes de la frontera francesa se negaban dirigirlos a la farmacia más cercana: “El guardia contestó por costumbre con la boca llena de pan que eso no era asunto suyo. Y mucho menos con semejante borrasca, y cerró la ventanilla.” Sólo tras ver a Nena chupándose la herida cambió su actitud y les dio indicaciones. En el hospital, Billy se encuentra con la indiferencia de algunos empleados que le recuerdan que sólo se permitían visitas a las salas de urgencia los martes. Cuando Billy se desespera y acude al consulado lo atiende un funcionario que no le presta mayor importancia. Le recuerda “que estaban en un país civilizado cuyas normas estrictas se fundamentaban en criterios muy antiguos y sabios, al contrario de las Américas bárbaras (…) No había más remedio que someterse al imperio de la razón, y esperar hasta el martes.” Y seguimos a este caribeño que se enfrenta a sus miedos, a la soledad, a las barreras culturales y lingüísticas. Este joven se encuentra completamente aislado y vulnerable sin nadie a quién acudir, nada en que acogerse. Sale a relucir luego que lo estaban buscando, que por culpa del hospital no permitirle la entrada hasta el martes no se enteró que su esposa ya había muerto. Luego nos enteramos que el mismo funcionario que ignoró a Billy Sánchez cuando buscó ayuda allá recibió noticias sobre la muerte de Nena Daconte. El funcionario sólo asume la responsabilidad de su trato al descubrir la procedencia de Billy, pero si se tratase de una persona común y corriente jamás se hubiese preocupado por su desgracia. El frío, la nieve y la indiferencia imperan.
Aquel hombre-niño de 17 años que llegó por primera vez a París como turista de repente se convierte en un necesitado y esa París romántica que los caribeños sueñan con pisar se convierte en un escarnio de su sufrimiento. Billy se encuentra desolado en esa ciudad esperando noticias de su esposa, tan cerca y tan lejos de ella, con la muerte no anunciada entre ambos, mientras París brilla en su esplendor. En medio de toda esa agonía el único consuelo que le ofrece el funcionario de la embajada es que pasara el tiempo en el Louvre. Se pretende que este joven sea turista y aproveche su tiempo en París a pesar del dolor. El extranjero ya no se siente bienvenido- mientras sea turista todo está bien, pero en el momento en que reclama necesidades/derechos comienza a cruzar límites. Es casi como si el extranjero sólo debe cumplir su misión contemplativa, sin interrumpir el orden natural de las cosas. La sensación que da al leer la cotidianidad ajena que se enfrenta Billy es de que su presencia en esa ciudad era de alguna manera disruptiva, casi como una inconveniencia irritante.
Es genial cómo Gabriel García Márquez logra describir el asombro e ingenuidad de un latinoamericano que por primera vez se encuentra en París. Desde los pequeños detalles como los enchufes de luz, las normas de los estacionamientos y la comida hasta cómo Billy vive el jet-lag sin realmente entender lo que le sucede. Es precisamente en medio de ese caos normal que vive toda persona que viaja desde América Latina hasta Europa que Billy experimenta la indiferencia de esa ciudad.
Nena Daconte muere, Billy se entera demasiado tarde. El cuento termina de la siguiente forma: “Cuando salió del hospital, ni siquiera se dio cuenta de que estaba cayendo del cielo una nieve sin rastros de sangre, cuyos copos tiernos y nítidos parecían plumitas de palomas, y que en las calles de París había un aire de fiesta, porque era la primera nevada grande en diez años.” París se llena de nieve, nieve blanca, inmaculada. Aquel rastro de sangre en la nieve desapareció. París se lava las manos. Nadie tiene la culpa de la muerte de esa extranjera. La ciudad festeja la nieve, cubierta de esa blacura, de ese frío que atestiguó el paulatino desangramiento de Nena y que luego acompañaría la soledad de Billy. La historia de amor comienza tan pronto como termina. Es entonces cuando el joven se llena de rabia y siente el impulso de regresar a la violencia que la misma Nena Daconte había conseguido distraer. Se nos sugiere que Billy vuelve a ser aquel salvaje. Pero por otra parte ¿qué puede hacer este joven de 17 años que se encuentra en su luna de miel con una esposa difunta, recién enterrada en su país de origen? A tantos mundos de distancia del cadáver de su esposa fallecida y con ella el hijo que nunca nació, lo único que le queda es la nieve, esa nieve sin rastros de Nena Daconte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario