lunes, febrero 15, 2010

Sobre 'Carne de Perro' de Pedro Juan Gutierrez


Pedro Juan Gutierrez tiene un cuento pasmoso, el que abre el libro ‘Carne de perro’, en donde el protagonista encuentra a un viejo borracho inconsciente y lo lleva al hospital. La madeja de complicaciones que se disparan después y cómo las esgrime Gutierrez es asombrosa. Inmiscuir al médico, a las enfermeras, a la guardia de La Habana, nos hace fijar la mirada en la Cuba de pescadores y soñadores. En ese cuento, ‘El mundo es muy peligroso’, unas ratas le comen la mano al hombre embriagado, y el pobre está siempre tan anegado en ron, que no se defiende. El resultado es la mano del hombre con pedazos que le faltan por las mordidas de las ratas. En la brujería, la mutilación de las colas de estos animales guarda estrecha relación con el hechizo que se persigue para lograr maleficios en contra de alguien que se resiste a marcharse. Como bien sabemos, la literatura a su vez, guarda estrecha relación con lo oculto y con el patrimonio. No nos sorprende que se extrapole o se infiera el evento relatado en el cuento, como el de una venganza de las propias ratas por todo el tiempo en que han sido masacradas para utilizarse en rituales. Al comerle las manos al borracho, están dejando la notificación del ya basta. Esto se da, a la vez que el borracho se nos presenta con la personificación de la soledad y el abandono.

Existían hechiceros así como sacerdotes practicantes de magia en Egipto allá en el siglo dieciséis a. de la E.C. y durante la edad media en Europa, los sospechosos de brujería eran ejecutados. En ambos casos se ha documentado la experimentación con ratas para su consumo, con licores para invocar los guardianes y así, encontramos un paralelismo esotérico en el texto de Gutierrez. Sin embargo, por siglos la brujería y el vudú se han practicado más o menos libremente en África, Asia, América del Sur e islas del mar Caribe como religiones prominentes. En la propia Cuba está aceptada.

Por otro lado está el asunto de la hechicería a los que se resisten a marcharse. Esto en Cuba tiene un significado muy profundo, debido a los tantos exilios que esta isla provoca.

Los cuentos ‘Te pareces a Dick Tracy’, ‘Carne de perro’ y ‘A lo bestia’ son muy bien logrados, mostrándonos un Caribe estrepitoso, de alcoholizados y putas con gonorrea y sida, dándole forma a la novela cuentada más entretenida que haya leído yo en mucho tiempo. El título nos pone a pensar, puesto que se culpa a Ester, la mujer que mató a su madre, de ser carne de perro, o sea, una buena para nada. Y el protagonista (acaso el mismo autor), le dice a su progenitora: ¿Y qué? En el fondo todos somos carne de perro?

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Acerca de mí

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Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970). Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Acaba de recibir Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011). Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).

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