Tres poemarios notables desde México: Mara Pastor, Nicole Cecilia Delgado y Luis Téllez-Tejeda
por Yolanda Arroyo Pizarro
Delgado relata la catástrofe y la belleza de la violencia,
juntas, a la vez. Balbucea con cinismo estético sobre los discursos tan
anticuados y convidados de la muchedumbre que se hace generalización. Tantea y
llega hasta el lugar en el que palpitan todas las maravillas: las intuiciones
de la Maga de Cortázar, los autorretratos, la baba caída de la boca, llena de
mierda y otras secreciones que es besada por el amado al tercer día, cualquier día
(lunes, martes, viernes), nos retrotae a Pizarnik, nos lleva por el cable del
telegrama en el interior de una pecera, nos habla de cicatrices y transexualiza
a Ulises y Penélope. Sus poemas son un guiño a Anaïs Nin mientras nos cuenta de
infidelidades, incestos y endogamias fatuas. Conoce su oficio de coleccionista
de besos apalabrados y versos dosificados. La mesura, para esta poeta, no
existe cuando agrede la violencia cotidiana.
Téllez-Tejeda posee el poemario más tímido y breve de los
tres, pero igual de extraordinario. Inicia con la codificación en latín que
implica por qué me has abandonado. Relata en él un abandono de la otredad, un
asilo de soledades, discursa otra vez sobre los cuerpos y otra vez sobre el
tiempo, sin que haya un cansancio, desde un diálogo multi-tactil. Las entonaciones
de Agustín Lara, de Carlos Colorado, los dichos populares de un México que se
nos chorrea en cada estrofa, el pulque, el nixtamal, las escobetas de ixtle, el
maguey curado, Sor Juana y las plegarias danzantes se justifican y se fusionan.
Construyen un escenario de intriga para la pregunta existencial que queda
ocupada en el espacio: por qué me has
abandonado. Conmovedor en su totalidad.
Pastor, por su parte, relata amerizajes e intersticios vidacambiantes cada vez que se monta y
se desmonta de un viaje: Francia, la adolescencia, Egipto, el corazón roto, España,
dolamas de la despedida, Cancún, la franja de Gaza, Suiza, el cielo, los palíndromos,
Texas, el cuerpo del otro, Londres, el tránsito borracho, el jetlag, Florida, Alabama,
Ann Arbor. Se vuelve cosmonauta, mujer en riesgo que reta ebria a un policía, que
reta a la autoridad de las palabras y las hace sagazmente suyas. Se convierte
en dromedario que intenta cazar caricias, fantasma triangular, la vida de Pi,
extraterrestre, Láctea, Maduk, emisario, Catulo, pájaro que cae, hexágono polar…
Este libro (el más osado de la tríada) ha sido presentado en Tijuana, Ciudad
México y La Habana. Me fascina el hecho de que sea un libro-conversación con otro
libro que descubrí durante mis años de pubertad: ‘Cuentos para fomentar el
turismo’ de Emilio S. Belaval. Contiene, además, una novela de ciencia ficción en
verso muy erótica y entretenida, o al menos eso me lo pareció a mí, amante que
soy de las constelaciones (dentro de una botella/ un ovni lleva mensajes/
suaves y mojados/ en la lengua/ de los extraterrestres). La autora ha domado los
versos con maestría y nos ha devuelto, en ofrenda, un libro cósmico que nos
permite viajar a su lado, para tomarle la invitación al goce del turismo fuera
de la piel.
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