Los agravios del espíritu
Por Yolanda Arroyo Pizarro
Si me odiaras, me partiría
en mil pedazos. Sé que no puedo esconderme en mi caparazón y dejar que las
cosas pasen.
—Haruki Murakami
Nunca antes a aquel momento lo hubiera
imaginado. La mujer estaba empericá y furibunda. Llevaba el arnés y el dildo
puestos. Desnuda de la cintura hacia arriba, vistiendo un calzoncillo tipo
bóxers blanco, berreaba, o gritaba, o intentaba amenazarme. Si yo me atrevía a
dejarla, me mataría. Intenso alegato. Normalmente, ante este tipo de contexto,
me río y hasta puedo llegar a burlarme en la cara de la persona, por lo
patético del asunto, debido a la propia ridiculez del entorno. Sé que es un
mecanismo de defensa, lo leí en algún libro, pero reacciono así en un intento
de que la otra persona baje la guardia. Sin embargo, ella no bajó la guardia.
Algo en sus ojos me hizo temer. Y yo le temo a pocas cosas.
Recordé la tarde en que me confesó, llorosa
y arrepentida, haberse ofrecido de voluntaria para cuidar a su madre
desahuciada por la metástasis. Me había dicho que la cuidó en sus momentos
finales para poder verla sufrir de cerca. Recordé aquello. Por vez primera
temí.
Miré alrededor del cuarto. Había figuras ornamentales
pesadas en nuestro hogar de decoración ecléctica, objetos contundentes que
podían ser utilizados como arma blanca, sus propios puños que podían ser
lanzados a mi rostro con la intensidad que solo brinda la cocaína. Guardé
silencio. Observé cómo la susodicha se acercaba, se restregaba la nariz, se
frotaba la mandíbula. Cerré los ojos y me cansé de pelear. Agotada, permití que
me penetrara. Jamás había sido violada por ser alguno hasta aquel momento.
Nunca pensé que a mis treinta y ocho me sucedería. Es una de esas cosas que
piensas que ya, a estas alturas, no te pueden pasar.
Distancié mi mente. Una nueva investigación
sugiere que un quinto planeta gigante, más allá de Urano, Saturno, Júpiter y
Neptuno, fue expulsado de nuestro sistema solar hace unos 4 mil millones de
años. Se supone debe andar por ahí, deambulando, sin orbita ni sol, a miles de
años luz de distancia. La distancia
la hubiera necesitado en estos precisos momentos, justo ahora que me ultrajaba una mujer
y se llevaba mi dignidad en un acto, que estoy segura, será considerado por
ella y —quién sabe— sus amigas, como un gesto posesivamente romántico.
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Los agravios del espíritu es uno de los cuentos incluidos en el libro 'Lesbianas en clave caribeña' de la autora Yolanda Arroyo Pizarro. Se puede adquirir en Amazon España en este enlace http://www.amazon.es/Lesbianas-clave-caribe%C3%B1a-marimacha-camioneras/dp/8415574894/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1384706277&sr=8-1&keywords=lesbianas+en+clave
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