Se comentaba en el cóctel. Era casi un asunto de justicia poética el que el
Congreso de Literatura Queer se celebrara precisamente en la Universidad de
Puerto Rico, recinto de Carolina. En el mismo lugar en el que algunos de los
presentes contaban haber experimentado la homofobia en más de una ocasión, y sí,
para qué negarlo, en ese pueblo, generoso, intenso y complejo que lo mismo nos
regaló a Julia de Burgos que al reguetón. Con todo lo que ello implica en
nuestra cultura.
OTRA REALIDAD. Pero a decir verdad, si bien se trata de un momento de inflexión dentro de la cultura estadounidense y con salpicaduras hacia lo global, que comenzó hace casi un año con la aparición en la portada de la revista Time de la actriz transgénero Laverne Cox, lo cierto es que la realidad puertorriqueña es muy distinta y eso quedó evidenciado en los ciclos de conferencias del congreso. Pues, como siempre, la literatura y las artes, suelen ser un pretexto para hablar de lo que se respira en una sociedad. Son sus grandes pulmones.
Esa noche estos temas fueron evidentes, a través de la conferencia magistral que impartió Liza Fernanda titulada Lo Queer en la literatura puertorriqueña, a través de la cual realizó un recorrido por su experiencia abordando el tema desde la crítica literaria e insertándose como integrante de la escena queer boricua. Su presentador lo fue el doctor Lawrence La Fountain, quien con generosas y cándidas palabras, recordó a los presentes la importancia de la obra del doctor Luis Felipe Díaz por su incursión en la crítica literaria desde una mirada queer. Para ello utilizó un ejemplo de una lectura queer del clásico puertorriqueño Felices Días Tío Sergio de Magali García Ramis, en el que Díaz argumentó que no sólo podía interpretarse que el Tío Sergio era un hombre gay, sino que también su sobrina Lidia era una niña lesbiana. “Validó mi intuición de lector queer”, apuntó La Fountain destacando así la importancia de leer a través de las distintas ópticas que nos proveen las formas de ejercer nuestra humanidad.
Asimismo, celebró “su contribución a nuestro conocimiento de la literatura
caribeña y latinoamericana”, y finalmente pidió los aplausos para quien llamó
“la doctora draga, diva maestra de las discotecas”, haciendo referencia al tipo
de espectáculo que Liza Fernanda ofrece en la escena nocturna de San Juan en el
que integra la fonomímica con acentos de su sapiensia literaria.
LO QUE DIJO LIZA. Cuando llegó el turno de Liza Fernanda, no hubo textos leídos. Se escuchó de inmediato la canción Bla, bla, bla, cha, cha, cha del dúo japonés Petty Booka. Se puso de pie y bailó ante la concurrencia, cantando las canciones con sensualidad y juego, lo que provocó los gritos y aplausos de los presentes. Culminada la introducción musical, Liza Fernanda tomó el micrófono y repasó su vida de manera paralela al desarrollo de la escena queer en Puerto Rico. Al saludar dijo: “Pedreira nunca habría comenzado una conferencia en tacos y bailando”.
Recordó cómo llegó en el 1983 de Chicago vistiendo guayabera y con bigote importante. Venía de esa ciudad en la que usar la palabra “queer” o “faggot” tenía connotaciones insultantes, como en tantas otras ciudades estadounidenses. “Pero con el tiempo perdió esa connotación demoníaca, se le devolvió al establishment y es un poco lo que está pasando con nosotros ahora”, argumentó para continuar recordando su llegada a un Puerto Rico en el que “no había una comunidad gay, había un montón de gente gay esparcida por toda la Isla”. O las visitas a las discotecas Bachelor y Bocaccio, donde iba mucha gente y se celebraba y disfrutaba de la diva Iris Chacón. “Y a donde iba todo el mundo, mucha gente de gobierno pero todos escondidos”, dijo.
LO QUE DIJO LIZA. Cuando llegó el turno de Liza Fernanda, no hubo textos leídos. Se escuchó de inmediato la canción Bla, bla, bla, cha, cha, cha del dúo japonés Petty Booka. Se puso de pie y bailó ante la concurrencia, cantando las canciones con sensualidad y juego, lo que provocó los gritos y aplausos de los presentes. Culminada la introducción musical, Liza Fernanda tomó el micrófono y repasó su vida de manera paralela al desarrollo de la escena queer en Puerto Rico. Al saludar dijo: “Pedreira nunca habría comenzado una conferencia en tacos y bailando”.
Recordó cómo llegó en el 1983 de Chicago vistiendo guayabera y con bigote importante. Venía de esa ciudad en la que usar la palabra “queer” o “faggot” tenía connotaciones insultantes, como en tantas otras ciudades estadounidenses. “Pero con el tiempo perdió esa connotación demoníaca, se le devolvió al establishment y es un poco lo que está pasando con nosotros ahora”, argumentó para continuar recordando su llegada a un Puerto Rico en el que “no había una comunidad gay, había un montón de gente gay esparcida por toda la Isla”. O las visitas a las discotecas Bachelor y Bocaccio, donde iba mucha gente y se celebraba y disfrutaba de la diva Iris Chacón. “Y a donde iba todo el mundo, mucha gente de gobierno pero todos escondidos”, dijo.
“Yo era políticamente correcto como Luis Felipe y hacía shows
no a escondidas, eran dos vidas paralelas porque luego era bien varonil, no era
afeminado nunca pero me vestía de mujer y parecía una señora y de día un
señor... y enseñaba la ironía en La Regenta, Madame Bovary y Ana Karenina porque
eso eran hombres, esa es la visión de la cultura masculina de las mujeres,
mujeres trágicas, fatales, que representan toda la frustración de esos sujetos.
Por eso había hecho tesis en esas mujeres tan fracasadas y pisoteadas por los
hombres como yo que era un hombre pisoteado por los hombres y por mí mismo que
era lo peor, porque eso es lo que enseña la sociedad a la gente gay pero eso ya
no es así, no nos pisoteamos”, enfatizó entremezclando siempre su vida con su labor académica y el Puerto Rico que vivió a su llegada.
Liza Fernanda continuó recordando el saldo de la aparición del SIDA en los 80
y el recrudecimiento de la homofobia, a su vez, celebró la aparición de nuevas
voces que escriben literatura desde la experiencia y el filtro para el mundo que
es el pertenecer a la comunidad LGBTT y finalizó con una nota optimista ante lo
que se percibe como una mayor presencia en el mundo literario. No que no hayan
estado ahí siempre, sino que ahora se hacen sentir mucho más y sobre todo de
frente.
Fuente: Periódico EL NUEVO DÍA lunes 8 de junio de 2015, Versión impresa página 3, 40 y 41. Fotografía suministradas tomadas por esta servidora.
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