Latinas and supporters of the LGBTQ community gathered on Feb. 13 in the USU Ballroom to hear Yolanda Arroyo Pizarro and Zulma Olivera Vega, writers and activists of feminism.
They shared their experiences hoping to achieve equity for race, LGBTQ and women’s rights.
To start the show, Pizarro spoke in Spanish while Vega mimicked her with English translations creating a rhythmic speech. The strength of the smooth piano music in the background increased while Pizarro and Vega began to display small actions of affection like kissing to almost taking each other’s clothes off, shifting the temperature of the room.
Before giving the audience a whole different show, they stopped and began to introduce themselves as supporters of afrofeminism, lesbian resistance and sexual diversity.
Pizarro and Vega write literature and poetry about women’s rights, same-sex marriage, sexual aggression’s and more. They also referenced a few of their books such as, María Calabó de Niña Curiosa A Mujer Líder, Violeta and Transmutadxs.
Each workshop reviewed xenophobia and racism. Whenever they hold work- shops at schools, the couple cover neutral bathroom signs to mask the gender-specific signage’s. Every year they bring themselves,along with supporters, in front of locations that are against same-sex marriage and put their affection towards their significant other on public display to bring heat.
Before reciting poems from a couple of their books, Pizarro and Vega presented a photo of nude ladies playing instruments comfortably with their exposed bodies. Their recited poetry was detailed, erotic and explicit as the poems contained topics of lesbian sex, struggles of coming out and next generations enacting on justice.
At the end of the lecture, there was a Q&A portion where the audience asked Pizarro and Vega about their insight and advice on love and equality. For more Arts & Lectures events, visit https://www.csusm.edu/al/calendar.html for upcoming events and tickets.
La mujer no existe, dijo Jacques Lacan aludiendo a los convencionalismos sociales y culturales que condicionan gestualidades, roles y performatividades con las que se caracteriza a la misma. La belleza tampoco existe. Es una construcción cognoscitiva que aprendemos de acuerdo con la cultura en que se nace, las jerarquías establecidas, los cánones que rigen las relaciones humanas y las relaciones de poder.
Por eso resulta tan difícil asumir posiciones sobre la estética literaria, aunque este tema no es nuevo, pues lo discute Aristóteles en su “Poética”. Nelly Richard señaló hace algún tiempo que los estudios culturales son productos que enfatizan la imbricación social de factores tan disímiles como el videogame, los derechos humanos y el performance artístico. Para esta pensadora uno de los primeros de estos gestos consistió en “desbordar y rebasar los límites esteticistas de los estudios literarios”, otorgándole prioridad a la igualdad entre cultura letrada y culturas marginales o subalternas, desdibujando jerarquías entre la una y la otra. Esto dejaba de lado el tema de la belleza privilegiando cierto “sociologismo” que conducía a un relativismo estético.
Pero, ¿qué estéticas se validan como hegemónicas, en dónde y por quiénes? Es difícil dar respuesta a esta pregunta cuando la historia del arte se encuentra llena de reivindicaciones valorativas de obras que en un momento determinado fueron duramente criticadas. Ese es el caso de los pintores impresionistas franceses, los cuales fueron rechazados por su tratamiento pictórico y su renovación no realista del arte. La prensa hasta ridiculizaba sus exposiciones con ilustraciones satíricas.
Es también el ejemplo tanto de la poesía como de la música vanguardistas. Esta última rompió con la melodía tradicional y trabajó lo aleatorio. La poesía que surgió después de la primera guerra mundial fracturó las nociones de pensamiento y la sintaxis por influjo del sicoanálisis freudiano y el surgimiento del subconsciente.
¿Cuál es la función de la crítica? ¿Canonizar? ¿Tomar partido según el locus de enunciación? Terry Eagleton afirma que la crítica literaria moderna proviene del ascenso de la esfera pública liberal durante el siglo XVIII. A fines de este y comienzos del XIX emerge una contraesfera pública compuesta por disidentes: feministas, obreros, artesanos y nuevos lectores con la expansión del libro y el desarrollo tecnológico de las facilidades de impresión, como afirma Roger Chartier. Se crean de esta forma nuevas maneras de percepción que están politizadas y la crítica se convierte en un lugar de debate político. Para el francés Pierre Bordieu la literatura sigue siendo un campo de batalla como, señalamos, lo es la crítica que la valida o la impugna.
Las literaturas marginales o menores, producidas por sectores periféricos no han sido siempre valoradas estéticamente de la misma manera que aquellas que se desarrollan en los circuitos académicos o gubernamentales, es decir institucionalizados. Tampoco las producciones de los sujetos femeninos han tenido la misma acogida que las de los hombres. Tomemos de ejemplo el caso de la literatura hispanoamericana y el llamado posboom. Algunas autoras, como Isabel Allende y Marcela Serrano, han recibido críticas: la primera por su filiación con el realismo mágico y la segunda por el supuesto de la banalidad de su discurso. Así, otras mujeres han sido desvalorizadas por tratar temas íntimos y domésticos como lo ha hecho en fechas recientes Gioconda Belli en su libro El intenso calor de la luna. Continuamos con la jerarquía de los temas elevados existente en tiempo de los griegos sustituida por temas como la globalización y el mundo masculino como centro.
La literatura femenina latinomericana que ha sido criticada como superficial se configura como una plural y desafiante tanto en su temática como en su construcción formal. Una lectura de Laura Esquivel, Cristina Peri Rossi y Yolanda Arroyo, nos brindará estéticas dispares y una gran profundidad temática. Nelly Richard lo ha dicho muy claro: aunque los estudios culturales han contribuido a una relativización de los estético, la teoría y la crítica feminista nos han abierto el camino de nuevas interpretaciones que toman en cuenta el mercado de lo cultural.
La belleza no existe. Es solo un producto de las relaciones de poder y de las percepciones que nos han enseñado desde la infancia. La crítica es un campo de estudio que debe de tomar en cuenta este hecho que restringe las nociones de estética y que jerarquiza la diversidad del discurso literario en función de criterios que bien podrían estar anquilosados o atados a concepciones que se intersectan con el poder.
Celebramos el natalicio de Pura Belpré en EDP University con un conversatorio sobre las obras publicadas en la Cátedra de Mujeres Negras Ancestrales. Participaron la autora de uno de los textos, Yolanda López López y el Prof. Edgardo Machuca. También se discutió el importante libro de Rosario Méndez Panedas.
El poemario se ha convertido en la publicación número 28 de la Cátedra de Mujeres Negras Ancestrales. Ha sido creado por la poeta y activista Zulma Oliveras Vegas.
Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970). Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Acaba de recibir Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011). Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).