En ‘La noche más polar’, Daniel Tevini enfrenta sus miedos y fantasmas, realiza una metáfora sobre el totalitarismo y transmite de forma eficaz la carencia del sentido de la vista. Esas fueron las conclusiones a las que llegó el público el pasado viernes, durante el conversatorio llevado a cabo en el Chateu Rouge.
“Esta novela cree en la libertad, cree en los signos materiales a los que damos significado y en el panteísmo, pero cree también en la falta de dios. Dios está muy lejos en esta novela”, nos dice el autor mientras más adelante confiesa haber trabajado casi seis meses para la construcción de la misma. En ‘La noche más polar’ se narran dos días de veinticuatro horas. Este tiempo pierde total significado para un hombre que es ciego y que nos hace sentir su propia ceguera a través de sus reflexiones. El narrador, que es también poeta, hace uso de todo su arsenal prosista y poético para llevarnos adentro de una historia de melancolías y soledades.
Por su parte, Emilce Strucci erige un personaje cuya mirada de ojos enormes, se posa en casi todo lo abominable que sucede disfrazado o no, ante ella. Patricia es una fémina que se lanza por la ventana de la violencia y que se deja cocinar por los sabores modelados por las otras féminas de su familia. Entre las recetas de coco y chocolate que va degustando el lector en un calidoscopio culinario. Esta protagonista agoniza, también como en la novela anterior, en dos días de cotidianidad.
Emilce dice de ‘Andar ligero’: “es una novela que duele, que se te atraviesa y que ha salido porque a veces entraba yo en trance y escribía un mar de páginas. Es una obra que habla de disidencias e incesto, desde el lugar más tenebroso: desde dentro de uno mismo.”
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