miércoles, octubre 15, 2008

Inseguridades


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A mi Waleska, alfa y omega


¿Por qué la gente muestra tantas inseguridades en una relación? ¿Por qué un jevo siente la necesidad de autoinvitarse cuando se le notifica que una saldrá a tomarse unos palos con las amigas? ¿Cómo es que el evento social de encontrarse con las compinches un único viernes del mes en la noche, de pronto se convierte en la maratón de Nueva York con obstáculos de field day de escuela elemental? ¿Qué prehistórico sentimiento da paso a esa auto mutilación de la propia vida de pareja?

Es obvio que son los celos, esa maldita inseguridad, lo que se come a uno por dentro como si se tragara uno un galón de ácido sulfúrico, pero ¿por qué hay que sentirlos en exagerado y megatónico despliegue? Y por último, ¿cómo es que existe gente que los siente y los demuestra de modo tan vívido e hiperbólico mientras que hay otros, como yo, que no los padece, o que no les importa demostrarlos en la eventualidad de que los sienta y que por sobre todo, no pierden el tiempo tratando de alimentarlos porque considera que lo mejor que se puede sentir es una simple y quizás quimérica felicidad con el jevo y que para qué perder el tiempo con otras minucias? ¿Será mucho pedir? ¿Estaremos locos los de ese segundo grupo que no quiere fomentar los celos y las inseguridades, o somos una especie en peligro de extinción?

Mi Waleska me ha dicho el pasado jueves: Negré, tienes que escribir un post sobre las inseguridades, para que la gente se de cuenta de una vez y por todas, de cómo ellos mismos minan las relaciones y las echan a perder, por dedicarles tiempo a idioteces sin sentido como estar celando a la pareja todo el tiempo.

Le dije que sí, que lo haría. Y es que yo misma he estado pasando recientemente por eso con el jevo, o debo ya declarar, ex jevo del gato. Resulta que este ex jevo del gato hizo un colosal despliegue de inseguridades desde el inicio, que yo, muy vanidosa, atribuí a mi desmedido encanto y belleza, y maravillosa personalidad y al hecho de que siempre ando verbalizando que tal cual y más cual son bellos y me gustan y que si los cojo, los esbarato y tales cosas que en definitiva, pueden llegar a descojonarle la salud mental al jevo, ¿no? Bueno, pero es que esas expresiones las hice o se hacen quizás en un periodo de pre-jevos, en donde sólo hay amistad pulcra y límpida. Entonces, una vez llegado el momento de una retirarse a buen vivir, pues esas cosas se eliminan o minimizan, y ya es obvio que si estás con un marchante elegido, por decir alguien, el jevo del gato, pues debe abiertamente entenderse que es a él a quien escogiste, ¿no? Y no otro. El es el ganador de la competencia, pues. Que siempre digo lo mismo, esto es VOLUNTARIO. Voluntariamente accedo a estar contigo y el jevo del gato accede a estar conmigo y el día que alguno de los dos se quiera ir, chan chán, adiós piojitos, que ni el papel de un matrimonio te detiene, ¿no? Es así de sencillo. Yo siempre parto de la premisa de que si tú quieres estar conmigo, lo estás y punto. Eso elimina todas las demás variables. Que si había una ex en los alrededores, o demás competidores pendientes, o lo que sea: Puf, desaparecen. Cuando alguien se dedica a mí, se dedica a mí y a mí me importa un bledo los ruidos de los alrededores, que si resulta que son en exceso esos decibeles y te molestan en demasía, o le bajas el volumen, o apagas el radio, ¿no? Volvemos al asunto voluntario.

No hay que estar exigiendo que no se contacten a los amores pasados, ni que no te veas con los amigos algunos fines de semana, o mucho menos que no babees frente al DVD del concierto de Shakira porque eso es ofensivo para tu pareja, o que te pongas a reclamar que te quieran, coño, que necesitas pasar más tiempo conmigo o ese chorro de ridiculeces cursis que nos han metido por ojo, boca y nariz los culebrones venezolanos de las novelas por televisión. No. Me rehúso a exigir atención y soy clara en ello. La atención o viene solita, porque él me la regala y porque se supone sea “voluntaria”, o mejor no me la den. Nada de nada. ¿Cómo me voy a poner a berrear pa’ que me amen? ¿En qué cabeza cabe?

Le dije a mi jevo del gato que el día que me sintiera que ya no funcionábamos, pues cada cual por el camino de Dorothy y listo. No hay que hacer espavientos ni llamar al coro de las Mamasijayas para que despidan el duelo. Es absurdo. Insisto, la gente no es de nadie, no le pertenecemos a otro. Somos un constructo para dar felicidad y obtenerla, y el día que el mecanismo no funcione así, es hora de partir a buscarse otro o a quedarse uno solo con Manuela.

A mi Waleska le hicieron el reclamo de por qué era ella tan “friendly” y tan “flirty” con la gente, cuando, desde el “very beginning” fue precisamente ese evento de personalidad lo que capturó a su pareja, lo que la enamoró y lo que hizo que se juntaran. La pareja de ella entiende que eso de ser “flirty” confunde. Confunde a la pareja, por supuesto, y confunde a los demás y dizque si es una falta de respeto mirar así a los ojos del otro y sonreírle como si se le fuera a prometer una noche romántica y todo ese embeleco narcisista que nos disminuye. Pero si eso fue lo que te conquistó de buenas a primeras, coño. Entonces, ¿por qué el risible reclamo después?

Claro, por el miedo a la pérdida, ¿no? ¿Y a dónde fue a parar el refrán aquel de que “el que no está, no hace falta”? Yo creo que si de verdad el otro se va a ir dadas esas pruebas, o es un player, pues con más razón hay que permitírselo para que coja las de Villega y to’ el que llega, maletas and Go, y se vaya por donde vino de una buena vez. Pero, ¿hacer uno el reclamo para supuestamente hacerlo reflexionar y que debido a mis rezos y apostolado, hacer que el individuo en cuestión cambie y me elija a mí, de entre todas las benditas mujeres y se quede conmigo, santo y bueno? No hombre, no. Hay gustos que merecen palos.

¿Por qué a mí se me tiene que cuestionar dónde voy a estar, con quién, el nombre del lugar de reunión, la hora, qué me voy a poner, qué me voy a tomar, o se me dice ‘no tomes más de tanto’, ‘no ingieras tequila en ninguna cantidad’, ‘tienes hasta las ocho y media para llegar aquí’? What the fuck?

Y claro, el issue se complica, porque yo, negra igualada que soy al fin y al cabo, me resisto a contestar ninguna de las anteriores, me resisto a negociar horas de entrada y salida, me resisto y me rehúso a perpetuar esta comedia de celos malditos celos, por qué me matan si no hay razón, y salgo disparada por la puerta, ‘te veo cuando te veo’, ciao y a dios que reparta suerte, llego cuando llego. Y encima llego a acurrucarme, que también cuando regreso, regreso sabrosona, bebida y con ganas del abrazoteo, ¿no?

Ay. Welcome to the desert of the real, Neo.

Yo no hago eso. Eso de colocarme en una posición vulnerable mostrando inseguridades y celos. Lo considero patético. Una bajeza, un modo chusco de no aprovechar la verdadera vida de pareja que debe ser, y repito, DEBE SER darle placer al otro, darle felicidad, compartir buenos momentos a la vez que se disfruta de otras cosas como bohemias, salidas al cine, encuentros con otros amigos y por ahí por ahí. Dedicarse a un ser humano no es obligatorio. No es compulsorio. No se le deben lealtades a nadie, las ofrece una porque quiere, porque sí. Porque nos nace. Es por eso que se convierte en un acto de amor ágape. Amor al prójimo. Insisto. Es voluntario.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

You say flirty like it's a bad thing. ;)

Bueno, me uno a las acusadas de coquetería reincidente. Tal parece que ese deporte trae otras consecuencias entre los fanáticos. ¿No fue eso lo que en principio los atrae?

Claro que es voluntario, coño. Si me ponen horas de llegada, personas que debo ver o no, o lo que debo hacer les llevo la contraria por joder, porque puedo, punto. Me sacan la adolescente que se quiere independizar. ¿No ven que esa táctica tiene el efecto contrario? Run for the border! Eso es lo que dan ganas.

Anónimo dijo...

Me parece fantastico! Asi me me gusta Negre' claro al punto. Esa coqueteria tuya ese flerteo mio nos van a llevar por las cunetas de la vida...ME GUSTA!!!! Espero todo por alla este bien...
..:W:..

Anónimo dijo...

Como miembro vitalicio del grupo de los malditos hombres, voy a arriesgar vida y fortuna(voluntariamente) al dar una opinion.

Pienso que la idea de 'marcar el territorio" se basa en que a pesar que la coqueteria( algo que no debe faltar en una mujer)nos atrae, necesitamos saber, y que los demas sepan, que me hace a mi mas especial que nadie para una mujer. Y no es que uno TENGA que cargar con la llave del cinturon de castidad de la hembra en cuestion como una medalla, pero si el entender y sentir "eso" que nos distingue de los otros mortales para esa persona.

Pero una cosa es "eso" y otra cosa es poner limites medibles(tiempo, cantidad, distancia) a una persona. Hacerlo es una manera comoda de manipular un miedo, inseguridad, hasta un defecto propio y proyectarlo como algo ajeno en la otra persona, en la pareja.

En este mundo moderno, hay tantas alternativas para escondernos y huir de la realidad, que nos puede volver paranoicos, sospechando hasta de nosotros mismos, de lo que sentimos. Estamos en una era donde la informacion es poder; el poder es control y,por alguna razon, necesitamos tener el control. Alguien nos dijo que el placer y el dolor necesitan control. Siempre.

Explicale eso al amor.

Si no es que el "amor" es una conveniencia adornada.

Puede ser una relacion,un acuerdo, pero amor...

Todavia no he podido ver uno, pero existen en California "Acuerdos de sexo". En ellos se pone por escrito que va a pasar, que no va pasar, por donde va o no a pasar y cuantas veces.

Lo que me lleva al proximo punto: garantias.

Una garantia nos asegura un minino de calidad y funcionalidad sobre algo.
Por eso queremos(necesitamos) que todo tenga garantia.
Puen~eta, estamos hablando de personas, no de objetos.

O, es que ya no sabemos la diferencia?
Muchos no la sabiamos hasta que perdimos a alguien que realmente queriamos o pensabamos que nunca ibamos a perder; al resto, no le importa.

Resumiendo.

Imponer limites en la personalidad y desarrollo de una persona es castrarla.

Imponer nuestros limites en la personalidad y desarrollo de una persona es humillarla.

Imponerse sin pervio acuerdo, sin beneficio mutuo es esclavitud.

El vivir la vida solo de certeza en certeza es estar muerto.

Acerca de mí

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Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970). Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Acaba de recibir Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011). Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).

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