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to Reneé Thomas, Director of Black Cultural Center at Purdue University in West Lafayette, IN.
to Reneé Thomas, Director of Black Cultural Center at Purdue University in West Lafayette, IN.
La importancia de la descendencia, de la ascendencia africana, a todos nos toca. Escenificarlo a través del manifiesto del arte es tratar de pagar la deuda que le debemos a esa magnánima raza, desbordante de civilización, y de aportaciones inquebrantables. La poesía de Yolanda Arroyo Pizarro enmarca la gratitud, la significancia que tiene para ella y para el mundo. Nos remonta al pasado, a la época dificultosa, aberrante; a la maldita época esclavista. Nos da el sabor amargo de aquellos sentimientos desgarradores y de impotencia, pero de lucha y de fuerza moral y espiritual.
La mujer, voz y protagonista. Ella es la senda por la cual la poeta se dirige. Ella es la encarnación de las miles de esclavas desfavorecidas por el dios de los cristianos; por ser negra africana. Hecho que debió ser una bendición.
La incorporación del español y del africano en los textos en inglés le da una cadencia de maracas y tamboras, de asimilación y conciencia. Yolanda nos anega en el inventario de sabrosidad del africano y de sus penas. Su religión o religiones, su alegría y jolgorio musical, lo afirma con la tinta de su Saeta. Encara la historia y propone la verdad. No se amilana ante la autoridad.
Ante ésta pasarela de poemas dolorosos, vitoreantes, culturales y de amor ancestral pulcro y perspicuo, me levanto y me quito el sombrero que me regaló Ochún.
Javier Febo Santiago
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