Yolanda lee en Erotika El Taller, Río Piedras Foto: Zulma Oliveras Vega |
Porta Coeli
por Yolanda Arroyo Pizarro
Encajarme en tu cuello
mecerme en el péndulo de tu abrazo
ante la promesa expuesta:
me clavarás un solo dedo
Encajada estoy en el hueco de tu escote
con sabor a mar salado, playa de Combate
he lamido la secuela de un soldado cremoso
que ha marchado hacia la trinchera de tu ombligo
campo de concentración tu vientre
soy efebo que repasa sus faenas épicas
en el vaivén de la conquista, tu entrepierna
y la caricia de territorialidad, tu vello sin afeitar
Ondularme en tu pulso de nuca
y besar la vena que palpita en tu jabonera
juramento de ilíadas y eneidas, ahora dos dedos
Lluvia de estrellas mientras succiono la carne
para dibujarle un moretón, marca de propiedad
o voy a volverme loca por quién te muerde
por quién podría hacerlo
quién siquiera lo imagina, lo desea o fantasea
contra mis voluntades de escorpiona
Roedora de boca abultada
heroína de surcos pletóricos si me siento en tu falda
que se mece en el columpio del parque
frente al patio de tu casa bañada de luna
montada en El Principito recién descubierto, tu mentón
Postrarme en tu regazo mientras caen las Oriónidas
y balancear la supernova calcadora de labios
todos los labios
compaginar la historia del planisferio que te dije poseer
soñar con el telescopio trípode
que volverá a deleitarme de tu sabor a vino californiano
taladrar en tu embestida de playa salada
contra mi rostro y tres dedos
antes de acicalarme en la ducha
me salpicas gelatina; ojos, boca y nariz
entonces la llevo a la garganta
Cielo de San Germán que se derrama
fardo rosado,
envoltorio de piel fálica
bulto palpitante
con ella le canto a los meteoritos de septiembre
laten en la carne acunadora del jadeo
penetrarme cuatro dedos
guasábara de súplicas con cerveza y limón
epitelio de una moción para morderte la espalda
cueva de refugio taíno
anhelante por querer beberte
tragarte de nuevo
diseñar los estertores puño cerrado,
entras y eres
un mordisco en esa playa medialuna de Vieques
que tienes por boca
un trozo desde el músculo cebado
que acosquilla mi lengua…
puerta del cielo
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