Espadalabras
de Tegucigalpa: un vistazo al microcosmos narrativo de Cindy Jiménez-Vera
“Cuando despertó, los chocolates rellenos de cocaína ya no estaban allí”.— Cindy Jiménez-Vera
Osada, mordaz y comprometida.
Con una pizca de mitología, literatura fantástica, hiperrealismo y poesía
concreta… Así se nos presenta la micro-narración en el primogénito artesanal de
Cindy Jiménez-Vera: Tegucigalpa. Título del libro y nombre de una de
las féminas con y sin apellido que van hilvanando la obra/poemario/ novela/ colección
de relatos.
La propia Tegucigalpa, la localidad cincelada de Ublek, las
lampugas, los Emilios engatusados en Edén y las autoreferrencias acaso oníricas,
inscritas por la autora pepiniana, conforman un todo en estas páginas repujadas
con el ungüento de diestra fabuladora.
Igual que las escamas de un reptil, los pedazos más pequeños se van
ensanchando para dar paso a un diseño pictórico más llamativo y amplio, a veces
intimidante: un ábaco especializado en pies que pertenece a Elijah, un concurso
de blasfemias en las afueras, una convocatoria para la antología de poesía de
la guerra civil ubleka...
Leer las estampas de Tegucigalpa es como entrarle a una conversación in media res. El interlocutor ha comenzado por narrar la novela antes de que una se acople, y mientras se observa al grupo y se recuesta una de la esquina, el quid de la cuestión viene y va sin demora. Cada capítulo es un gancho al aire, una plática a medias, una sinapsis de neurona hiper-despierta cuyo apellido Díaz es fundacional para portar la llave maestra que nos permita abrir la puerta del desenlace. Esto sucede en la historia de la mujer que menstrua y gotea; sucede cuando se nos relata la intención de Tommaso Landolfi para traducir a Gogol; sucede incluso al percatarnos del deseo de la mujer de Landolfi por desaparecerlo. El libro se vuelve absolutamente lúdico, trama tras trama, incluso desde la portada que muestra la señal del alfabeto dactilógico que permitió ganar la guerra civil a los prosistas ublekos: una T infinitamente tegucigalpeña.
La autora seleccionada por la Casa de los Poetas en Puerto
Rico para conformar su antología de 2012, se deshace en hilos de macramé
imaginario en esta obra que acentúa el absurdo desde la ráfaga de imágenes paradójicas
como lo han demostrado ser las tostadas con el rostro de dios, los niños premiados
al escribir poesía y la crueldad de los cuentos de hadas en los que participa
Midas.
De estilo arriesgado y colérico, Jiménez-Vera ya ha sido
publicada en revistas literarias de Venezuela, Chile y Perú, y se destaca en la
actualidad en gestiones culturales en Puerto Rico y República Dominica donde
participa de recitales y tertulias literarias.
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