domingo, agosto 05, 2012

Tegucigalpa de Cindy Jiménez-Vera



Espadalabras de Tegucigalpa: un vistazo al microcosmos narrativo de Cindy Jiménez-Vera

“Cuando despertó, los chocolates rellenos de cocaína ya no estaban allí”.— Cindy Jiménez-Vera


Osada, mordaz y comprometida.  Con una pizca de mitología, literatura fantástica, hiperrealismo y poesía concreta… Así se nos presenta la micro-narración en el primogénito artesanal de Cindy Jiménez-Vera:   Tegucigalpa. Título del libro y nombre de una de las féminas con y sin apellido que van hilvanando la obra/poemario/ novela/ colección de relatos.
La propia Tegucigalpa, la localidad cincelada de Ublek, las lampugas, los Emilios engatusados en Edén y las autoreferrencias acaso oníricas, inscritas por la autora pepiniana, conforman un todo en estas páginas repujadas con el ungüento de diestra fabuladora.  Igual que las escamas de un reptil, los pedazos más pequeños se van ensanchando para dar paso a un diseño pictórico más llamativo y amplio, a veces intimidante: un ábaco especializado en pies que pertenece a Elijah, un concurso de blasfemias en las afueras, una convocatoria para la antología de poesía de la guerra civil ubleka...

Leer las estampas de Tegucigalpa es como entrarle a una conversación in media res. El interlocutor ha comenzado por narrar la novela antes de que una se acople, y mientras se observa al grupo y se recuesta una de la esquina, el quid de la cuestión viene y va sin demora.  Cada capítulo es un gancho al aire, una plática a medias, una sinapsis de neurona hiper-despierta cuyo apellido Díaz es fundacional para portar la llave maestra que nos permita abrir la puerta del desenlace. Esto sucede en la historia de la mujer que menstrua y gotea; sucede cuando se nos relata la intención de Tommaso Landolfi para traducir a Gogol; sucede incluso al percatarnos del deseo de la mujer de Landolfi por desaparecerlo. El libro se vuelve absolutamente lúdico, trama tras trama, incluso desde la portada que muestra la señal del alfabeto dactilógico que permitió ganar la guerra civil a los prosistas ublekos: una T infinitamente tegucigalpeña.

La autora seleccionada por la Casa de los Poetas en Puerto Rico para conformar su antología de 2012, se deshace en hilos de macramé imaginario en esta obra que acentúa el absurdo desde la ráfaga de imágenes paradójicas como lo han demostrado ser las tostadas con el rostro de dios, los niños premiados al escribir poesía y la crueldad de los cuentos de hadas en los que participa Midas.

De estilo arriesgado y colérico, Jiménez-Vera ya ha sido publicada en revistas literarias de Venezuela, Chile y Perú, y se destaca en la actualidad en gestiones culturales en Puerto Rico y República Dominica donde participa de recitales y tertulias literarias.



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Acerca de mí

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Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970). Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Acaba de recibir Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011). Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).

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