Un
segundo
Por Cami
Báez Melo, autora ecuatoriana
Página Personal http://www.kahinaec.com/
Un segundo, una
palabra, una decisión tan simple como quedarse o irse. Se detiene el tiempo. Se
detiene el tiempo en esa mirada, en el encuentro de esas dos miradas. Los ojos
se miran, teniendo tanto que mirar, se miran entre ellos. Ella, con la mirada
perdida; y yo, con la mirada desesperada.
No sé quién es, pero
me inspira, me da fuerza y seguridad. De repente, ante tanta gente que está ahí
escuchándome, yo sólo le hablo a ella. Como dos espíritus que se reconocen, que
han estado buscándose toda la vida, que se sonríen en silencio, que se abrazan,
que lloran de alegría y nostalgia por el tiempo que han recorrido solos,
esperándose.
Y entonces, todo gira.
Mis pensamientos y sentimientos toman un rumbo distinto. Vuelvo a la vida. Las
almas se acercan, no se conforman ya con las miradas. Se reconocen también en
su olor, en su sabor, en la suavidad de su piel al rozarse una con otra, en el
tono de su voz y en la vibración de sus silencios.
Sienten que es momento de caminar juntas,
entonces se abrazan mientras entre lágrimas y risas recuerdan el camino
recorrido. Otra vez se reflejan, esta vez en sus historias que parecen estar
escritas con la misma pluma, guiadas por los caprichos de la vida y esa mágica
capacidad que tiene de hacernos caer con el único propósito de que nos
levantemos. Y hablo de caer y levantarse porque ella y yo somos dos almas
sobrevivientes. Sobrevivientes a la vida, y a la muerte.
Pero, ¿de qué sirve
sobrevivir si no es para vivir? Mi alma, aterrada aún por su pasado, tan temerosa
de mirar atrás que ni siquiera ha logrado darse cuenta de que el pasado ya no
existe, se ha quedado paralizada, se le ha olvidado cómo vivir. No tiene una
razón para su vida, y si la tiene, le obliga a camuflarse, ahí, entre el miedo
y las lágrimas no lloradas.
Y llega ella, y
revoluciona todo, me toma de la mano y me regresa a la vida. Me arranca el
miedo del cuerpo y me obliga a llorar esas lágrimas que durante años me
inundaban el pecho, me devuelve mi voz para gritar, me rescata de la prisión
del pasado y me lleva al presente, dónde los recuerdos toman un significado
distinto. Y en otro segundo, tan corto y
tan largo como aquel en el que se cruzaron nuestras miradas la primera vez,
nuestras vidas se juntan con un mismo objetivo, usar nuestra supervivencia para
acompañar la de otros, y nuestros recuerdos para re-escribir historias.
Las almas se abrazan.
No hay palabras, no necesitamos de ellas porque el silencio es elocuente y
nuestras miradas se hablan. Ya no recuerdo cómo hemos llegado aquí, ya no
importa. Sólo importa que hoy, en este segundo, nos hemos encontrado, y que no
hay nada más hermoso que dos almas movidas por el amor. Y ese “te quiero”, se
transforma en una promesa de no soltarnos nunca.
Camila
B. Melo
28 de
octubre del 2012
2 comentarios:
me encanta!!!! continúa con esa inspiración única y atrévete a demostrarlo cada vez que tengas la oportunidad y si no se presenta... pues... encuéntrala... jajajaja... abrazos amiga!!!
Att, Elizabeth Balarezo
Eli, gracias por tu comentario, y porque has sido sumamente importante en este camino que empiezo a recorrer y en las pequeñas cosas que voy alcanzando. Te debo todo lo que ahí arriba está escrito. Un abrazo!
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