Fotografía: Zulma Oliveras |
Asistir y disfrutar de la excelente obra de teatro del dramaturgo
Roberto Ramos Perea en El Ateneo de Puerto, ha sido una de las experiencias más
apasionadas del verano. Gozos de
Inquisición muestra un momento histórico durante los inicios de un Puerto
Rico híbrido y afectado por la dominación católica en oposición al resto de
creencias de quienes no dominaban: los marginados y esclavizados negros
africanos.
Ramos Perea nos deja saber lo siguiente sobre las adoraciones de precisamente esos esclavos: “Notables y reputados antropólogos e historiadores de las más prestigiosas universidades europeas, africanas y estadounidenses han establecido con alguna claridad, los orígenes de las antigüedades yorubas. Para probable decepción de muchos de los seguidores y estudiosos de las religiones afrocaribeñas practicadas en el Caribe, los fundamentos arqueológicos y documentales de estas antigüedades africanas, distan mucho de “las realidades” de los patakíes o leyendas y deidades de la Santería contemporánea. Incluso el mismo origen de la “santería” se ha ubicado entrado ya en las Antillas el siglo XVIII, y su florecimiento a finales del XVIII y principios del XIX. Por ello, tratar de ubicar “los orígenes de la Santería” en la vida y hechos de los primeros yorubas que llegaron en las primeras capturas y ventas de esclavizados por los portugueses en el siglo XVI, es forzado y probablemente equivocado.”
En su obra de teatro, se presenta la historia desde la interpretación
de un documento hallado por él, mientras realizaba una de sus investigaciones. Este
documento es del Archivo General de Indias, del estante 54, cajón 1, legajo 9, y
se identifica como epístola del Obispo Nicolás Ramos Santos al Consejo General
de la Inquisición en Madrid. En él se
relata con detalles jurídicos el Auto de Fe de tres esclavizadas negras en el
quemadero de San Juan bajo cargos de hechicería, adoración a Satanás y
blasfemia.
Es este el único documento real que sobrevive de los Autos de Fe del
Santo Oficio de la Inquisición en Puerto Rico. Pero es obvio que hubo muchos
más cuyos documentos fueron expurgados.
Esta obra teatral que ha escrito Roberto Ramos Perea, busca según él
“razones, expone argumentos, desnuda
intolerancias y desigualdades, y en el fondo –aunque tal misión no sea del
arte- busca honrar el valor y la bravura de aquellos primeros yorubas
“puertorriqueños” que nos legaron un mundo de entereza, de coraje, de valentía
y fe contra el prejuicio, y el fanatismo católico.”
Yo la vi, junto a un grupo de escritores puertorriqueños que nos
dimos cita el fin de semana pasado: Emilio del Carril, Nerys Santos, Jesús
Santiago, Zulma Oliveras, Yvonne Denis y Carmen Zeta. Mi hija Aurora, ahora de
catorce años, también la disfrutó y la misma suscitó afanadas conversaciones
entre nosotras por el mero hecho de la cercanía de la Inquisición puesta en
escena.
No se la pierdan, ya que este es el último fin de semana.
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