Sumergiéndome
en la espiral sin fondo de Confesionario de Belia Segarra
La poesía es la expresión del poeta sobre su propia
existencia y la vida en general de acuerdo a su percepción, como también del
mundo y la existencia de los seres y objetos a su alrededor como lo explica
María Teresa Bertelloni. Es el juego con
el lenguaje para revelar o, más bien, decodificar algo de lo que no se habla;
ese algo es lo que buscan el poeta y el lector formando y deformando ideas e
interrogantes invisibles como en contradicción.
Todos vemos el mundo en formas diferentes porque somos personas
individuales: es por eso que no está mal que ciertos poetas se queden en la
primera parte de lo que es poetizar, es decir, en el yo; así todos pasamos en
el tiempo y con él cambiamos compartiendo y recibiendo con palabras.
La palabra nace en el poeta, pero no llega al lector
en la misma forma. Ocurre un proceso en
el que el poeta trabaja para lograr trascender sus conocimientos y llevar un
mensaje sugerido, tal como lo indica Bertelloni, con infinitas posibilidades de
interpretación que al final logrará una conexión entre poetas y lectores. No sólo el poeta se ha de separar de su campo
personal sino que el lector debe hacer lo mismo para llegar a “la búsqueda de la respuesta radical” (Bertelloni 13).
Belia Segarra se describe a sí misma como “figura en
este momento vestida casi siempre de luto”.
Toda persona tiene una figura, Belia se ha vuelto su figura; ahora es la figura. El luto es su compañero, lo lleva encima como
una nube de tormenta que la cubre la mayoría del tiempo. Ha escrito pedazos de su alma mezclados por
la vida con las deformidades de la humanidad y los engaños de un mundo que
arranca y quema las flores del jardín de la inocencia. Crea un juego de contrastes con humo entre
gritos de un susurro y lo que se ve no es;
es lo que se siente.
Maribel Sánchez-Pagán señala en el Antiepílogo del
texto: “¡Porque el que esté libre de
sentirse identificado que arroje su primera maldición!” (63). Aun
si no se entendiere cada palabra, ni se lograre una conexión absoluta con la
poeta la poesía de Belia se convierte en un espejo de cuatro dimensiones. No sólo se ve el reflejo del rostro, también
el del alma y espíritu y salen las imperfecciones. Surgen nuevas concepciones con las que se
limpia y se prende la mente como un despertar abrupto de alguien que estaba
“despierto”. Rompe lo estético y abre
camino a lo no convencional. Sus poemas
no son la llave de un mal sueño: son realidades plasmadas en una plétora de
metáforas intrínsecas portadoras de un surrealismo que trasciende lo
irreal. El lector siente una cercanía
con la escritora como si estuvieran en el mismo lugar porque siente que ella lo
ha visto y no solo lo mira como el resto del mundo. Belia Segarra se destapa como ser humano, sin
ser como algunos otros escritores que hablan al lector como si estuvieran fuera
del mundo en un lugar superior instruyendo al lector con toda su sabiduría de
la vida.
En el poema “Potaje” la voz lírica describe los
daños de la violencia doméstica. La
poeta crea una conexión en sus versos con el término padre al cual le otorga doble (si no más) significado: lo utiliza
para describir el purgante que a su
vez describe la tristeza indicando
que es de gran magnitud, /cada nueva tristeza es un purgante de padre/
(37). Luego lo personifica al
describirlo donde procede a introducir otra figura con una perífrasis, /siempre
dirá que es culpa de ella /de esa a la que yo llamo amada madre/ (37). Utiliza la prosopopeya para crear un efecto
en el que, en ocasiones, la controlan las lágrimas y el miedo, /… el llorar
provisional de árboles infectados por gusanos / /… todo mi asustado aire/
(37). Con palabras de origen religioso
compara el distraerse con la perdición del alma, formando una símil, /donde me
distraigo /y es como la perdición/ (37), y lo contrasta con una fuerte voluntad
en una hipérbole, /de la corpulenta sotana de un tío de acero/ (37).
En “Time Out” la voz lírica expone el tedio y la
hostilidad que siente una víctima de violencia doméstica hacia el agresor. Las arrugas de la /arrugada camisa/ (40) son
una representación de un estado mental que ha quedado maltrecho tras los
sucesos indeseables que ha tenido que presenciar. Presenta la /alfombra de ternura/ (40) como
una ironía; la alfombra es en verdad una red o una trampa en la que ya ha
caído. Su memoria es todo un mundo que
no logra entender en su totalidad pero no vale la pena intentarlo, eso sólo
desataría más caos en su interior. Es un
lugar del cual todavía tiene cierto control y que nadie puede visitar y distinguir
todo el renglón de colores nunca antes vistos aunque sean expertos.
otra ola de sombras
tropieza en las puertas
me recorre dormida
cuando todavía soy dueña
de este remoto lugar
por donde sólo pudo asomarse
el faro de Alejandría
o el mismo Dr. Freud en persona (40 – 41)
tropieza en las puertas
me recorre dormida
cuando todavía soy dueña
de este remoto lugar
por donde sólo pudo asomarse
el faro de Alejandría
o el mismo Dr. Freud en persona (40 – 41)
El no ansiar nada es no querer saber más de lo mismo
que ha conocido hasta el presente; es el cansancio de esperar algo mejor y
recibir algo peor, ahora nada suena como algo ideal: /es más díganle/ que ya no
ansío nada/ (41).
En el poema
“Objeciones” la voz lírica narra cómo se interrumpió el orden natural de una
vida por el desorden a su alrededor. Sus
agrios recuerdos son como una mezcla de sombras que en efecto están ahí pero no
se ven bien, /tampoco puedo recordar agravios en las pupilas/ (55). Desde temprana edad su vida ha sido pintada a
la fuerza con una realidad cruda llena de hostilidad, /desde mi pequeñez he
sido calle y boquiabierto coraje/ (55).
Indica en una paradoja que sus sueños y alguna que otra esperanza la han
mantenido pero que nunca pasaron de ser fantasía, /al saltar a mundos nuevos
anclada al vacío/ más allá de aquí y de allá me sostengo/ (55). Expresa anhelo por afecto que se ha
convertido en deseo erótico y a su vez, sentimiento de rechazo, /son casi las
doce/ no soy de nadie ¿por qué? si he sido de tod@s/ al hervidero erótico de la
noche/ (55). Cuando se atreve a
aferrarse a esperanzas, la realidad le da un golpe doloroso y se las quita,
/cada vez que me acerco a los rosales/ alguna espina hace moretones en mis
renuncias/ (55). Siguen llegando los
desbalances emocionales y no hay luz sino sólo la apariencia de luz, / […] que
fantasmal sol cargara tanta tristeza/ y ansiedad de estrellas en porfía?/ (56).
En resumen Belia
Segarra logra la yoidad y la universalidad que se encuentran
entrelazadas en cada poema. Lleva al
lector en un viaje de penas, sombras con rayos de luz, rabia, críticas,
ilustraciones inesperadas, encuentro de emociones y búsqueda de sentidos. Este viaje es uno que se repite y cada
experiencia se siente igual de intensa que la anterior; no pierde
envergadura. No vende un mundo
fantástico ni utópico pero hace dejar salir un suspiro que significa más de mil
cosas al terminar la lectura que nunca en realidad acaba.
Bibliografía
Bertelloni, María Teresa. Prólogo. Poesía en el tiempo --:
Antología: homenaje a la poesía latinoamericana dedicado a Josefina Rivera
de Álvarez Nazario y editada por Leticia Ruiz Rosado. Mayagüez, P.R.: Colectivo
Identidad, 2006.
Segarra, Belia. Confesionario. Puerto Rico:
Editorial Identidad, 2012.
Publicado originalmente en Revista Identidad de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Aguadilla
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