No vivía una balacera desde mis días de infancia en Cataño. No pensé que hoy me tocaría vivir otra, mucho menos si llevaba a la nena conmigo en el auto. Creí que mi cuota de matanzas, sicarios, reyertas de bichotes y vendettas pistoleras ya estaba copada. Lo de hoy me ha tomado por sorpresa.
Salimos del restaurante Longhorn en Plaza Escorial, mi hija y yo. Festejamos el domingo tan maravilloso, tan soleado, tan de Car Wash, tan de cumpleaños de Lucián frente a la playa, tan de uñas postizas de Walgreens, tan de piraguas con Isaac y sus hijos. Comimos postre en Baskin Robins. Nos montamos en el auto e hicimos fila civilizada en el semáforo de Direct TV de Carolina. Éramos el tercer automóvil en esa fila. El primero, una Trooper crema sin marcas ni suspicacias, por alguna razón desconocida sacó una metralleta desde el cristal del pasajero y comenzó a disparar al vehículo pequeño, azul celeste, justo a su lado. Hubo cristales rotos. Metales destrozados. Carros que dieron reversa en plena vía. Autos detenidos por el pánico, y una gritería de gente desesperada desde los transportes, desde las aceras, desde el edificio de apartamentos en donde jugaban niños, subiendo y bajando en los columpios y tirándose por las chorreras.
Maniobré como pude en contra del tránsito. Aurora empezó a llorar del miedo. Yo también, sólo un poco, porque quise infundirle valor mientras disimuladamente me tocaba el cuerpo y escudriñaba el de ella, intentando localizar alguna bala perdida. No encontré ninguna.
Ahora, cuatro horas más tarde, luego de acostar a la nena que se ha dormido sollozando en esta madrugada insomne y sin sentido, me burlo del vistaril 50 mg que no ha hecho efecto. Sigo hurgándome el cuerpo. Sigo tocándome los boquetes no hechos. Creo que en algún poro recrecido encontraré una de esas balas.
4 comentarios:
Anda pal carajo! ¿A plena luz del día fue esto? Que horrible! Reaccionaste muy bien, yo me hubiese quedado paralizada en el carro. Una pena que ese día mágico con la nena terminara así. Espero que se encuentren bien. Besos!
Se lo que se siente, Yola. A finales del año pasado iba camino a Borders de Plaza Escorial por la 65 de Infanteria; una ruta que no utilizo demasiado. Frente a Monte Hatillo, y esperando el cambio de luz, comienzan los disparos de un lado y de otro. Comienza el corre y corre y en par de segundos, ya estaba eb la interseccion con la Carr. *. No se como lo hice, debe ser el sentido de supervivencia y de proteccion a nuestras crías. Puro instinto.
I am glad you and Aurora are ok...That is what is important...
Es triste que se haya convertido en un peligro el salir por nuestras calles. Una amistad me decia que yo estaba paroica porque temo los lugares excesivamente concurridos. Es que me da miedo no poder correr si sucede algo asi. Dios nos guarde!
Besos!
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