jueves, marzo 26, 2009

Corto circuito

Bien se sabe que las conexiones eléctricas de una casa, el amperaje, el asunto cablístico, los breakers y demás parafernalias correntosas son un reflejo del propio cableado eléctrico de la dueña de la casa, sus terminales nerviosos, sus cortos circuitos, los tornillos sueltos. Ayer, la cablería eléctrica de mi cuarto explotó a través de dos de las paredes del mismo, y parte del techo. El evento tuvo lugar a las dos de la madrugada del miércoles. Mi hija, el gato, la visita pernoctante y yo tuvimos que salir disparados de la residencia, por si daba inicio algún fuego. Pasamos un sustazo. Horas más tarde, y luego de haber encontrado refugio en un hostal playero en Isla Verde, el perito electricista, los contratistas, el anterior inquilino donador de sémenes convertidos y demás involucrados, se dieron a la tarea de devolverme un poco de normalidad.

Me pregunto con qué ha tenido que ver. ¿Las intensidades recientes de algunos besos añorados, algunas caricias fogosas en lontananza, un abrazo con promesa de ardiente arrepentimiento? ¿O la incomprensión de la nostalgia, el “me haces falta” perentorio, la circuncisión de las manos intentando abarcar el vacío, el descontrol férvido a partir de la ausencia?


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2 comentarios:

Sheila dijo...

Pienso…si es el agua conductor de electricidad y los polos similares chocan mientras los opuestos se atraen, entonces, ¿a quién atraigo que me quema con sus chispas mientras me estoy ahogando?...

Anónimo dijo...

Me imagino que la casa extraña tu sonrisa y por tener un vocabulario limitado a crujidos y golpes no tuvo otra opción que hacerte recordar tu brillo. Pero a pesar de su mejor intención, lo que logró fue en vez de una luz brillante, fue una explosión en la que casi pierde su razón de ser. Y es que no debe ser fácil imitar la sonrisa de una diosa creadora. De verdad, no tengo idea: nunca he sido casa. Apenas soy una deidad personal en entrenamiento.

Otro argumento regalado.

Suerte.

Acerca de mí

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Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970). Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Acaba de recibir Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011). Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).

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