Aquí un fragmento y fotos de la presentación el pasado sábado:
Hoy me honro en venir hasta aquí para servir de lengua, degustar y relamer las historias que Luis Saldaña ha confeccionado para nosotros. Hoy voy a ser yo, y nuestro público invitado, los seres convertidos a lenguas, nada simples, acercadas a lo bimovible, a lo polimutltiplicado, que ofrecerán multilenguetazos, como lo hacen los complejos reptiles de algunas islas del Pacífico que poseen lenguaradas duplicadas para saborear a cabalidad. "La Lengua" de Luis Saldaña será probada hoy por nosotros, otras lenguas. Seamos pues, las papilas gustativas de este texto.
Quiero iniciar diciendo que esta colección posee cuentos muy creativos, combativos, y originales. De hecho, el que la misma se inicie con un presunto ser despegado del cuerpo de tránsito de un humano para obtener protagonismo y convertirse en el lenguado más envidiado de nuestra historia literaria, le da al libro un carácter de notoriedad alucinante. Esa textura aterciopelada de la que se componen, como ya dijimos, las papilas gustativas que están a la espera de catar cada historia, encuentran un consuelo subyugante ante la posibilidad de una muerte trabada, precisamente, por un trabalenguas en lo que se convertirá en la segunda muerte del anti-protagonista.
En el cuento La lengua, es La Libertad, como concepto, el tema que cuando se discute, hace trabar la pronunciación al que más. Pues fue eso mismo lo que le sucedió al Canciller de la República de C, quien radicaba residencia en la Ciudad H en este primer cuento que inaugura la obra de Saldaña. De hecho, el lector hiperactivo y ávido de coincidencias internautales de la web, descubrirá que la susodicha República de C pudiera aparecer en los mapas interactivos satelitales ubicado por GPS desde el wikipedia como el lugar de partida del viaje hacia la lengua de Luis, y que esa Ciudad H citada pudiera confundirse con la ciudad de la página splinder.com, donde el avatar titulado Mujer H ejerce, sorprendentemente, la profesión de Fotógrafa de palabras, por aquello de las semejanzas entre realidad y ficción.
Pero, como todos sabemos, el mecanismo del sentido del gusto es sumamente complejo. Funciona químicamente, es decir, reacciona a los estímulos que le proporcionan las sustancias químicas una vez disueltas en la boca. Estas responden estimulando las células nerviosas para que envíen al cerebro las señales procedentes del botón gustativo. Así que Saldaña no se limita únicamente a la región de lo insondable y poco probable. El autor quiere darnos a probar otros estímulos, quiere activar las células receptoras del gusto —que se proyectan a través de los poros de esta lengua—. Las neuronas de nuestra boca deberán entonces prepararse para el siguiente cuento y el siguiente.
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