domingo, noviembre 25, 2012

De machúas y malacostumbrados: la mirada de Carlos Vázquez Cruz

 De machúas y malacostumbrados: la mirada de Carlos Vázquez Cruz
Por Yolanda Arroyo Pizarro
 
“Un pato en el barrio despierta en los hombres un doble permiso:
 la burla y la embestida por cuanto roto diga presente.”
Malacostumbrismo, Carlos Vázquez Cruz
 
El libro de cuentos cierra con la espeluznante descripción del crimen de una marimacha.  Un crimen de odio perpetrado por dos macharranes abusadores que quisieron castigarla por pata, por machúa, por lesbiana. La asesinaron en un pastizal fangoso y la dejaron tirada en el fondo de una charca. La conmovedora descripción de la búsqueda en el pueblo, por los alrededores, en la maleza servirá de eterna pesadilla y pie forzado. Las violentas sodomías y demás penetraciones por conducto “natura” y por boca a las que es expuesta la protagonista, quien de manera estoica no se queja, pueden desquiciar al más entendido.  La crueldad que desborda esta narración, nacida de la realidad juvenil del autor, testigo escribiente de una memoria que los años en vano han prometido consolar, se convierte en monstruosidad protagónica y personificación malacostumbrada.
El texto se crece visceral, y desde el propio infortunio de las vísceras de Milady, que se desbordan con el último castigo, nos atormenta. Cuando el dúo le descubre que usa calzoncillos, mientras le buscan el inexistente pipí, deciden de inmediato para ella la impostura de un pene artesanal—pedazo agreste de madera—que es encajado en la vagina de la bucha, para dominar traspasando útero y vientre.
Un descomunal relato de Vázquez Cruz, este que nos atrapa. Un texto que bien valdría la pena dejar solo en un libro y el libro ostentaría igual valía. Pero este cuento no es el único. Pertenece a un corpus mayor titulado Malacostumbrismo, editado por Carmen Zeta y publicado por Erizo Editorial en 2012.  
El otro sexteto de narraciones gira en torno a la vida cotidianamente caribeña de aquellos que se declaran en contra de la norma: niños que aprenden a actuar como perros, madres clarividentes, suegras que se defecan en sus propias ropas, jovencitos que son iniciados en oralidades sexuales y onanismos ajenos por el propio progenitor, intertextualidades “ujum” con otras obras, la apuesta por míster Hernández, hechiceras que rellenan morcillas con sangre menstrual, que adoban los bistecs contra su vagina rasurada, una maranta roja echada a perder con pegamento, boleros y boleristas, una negra monja desconvertida en sacerdotisa santera y una mascota llena de sarna cuyas llagas son lamidas por el amo en un acto de amor incongruente.  Muy fuerte el tratamiento del asunto de la menstruación como materia prima para brujerías. Muy fuerte la hiperrealidad de la supuración, las úlceras y las resonancias de bestialismo. Un texto impactante.
‘Los tres reyes malos’ y ‘Milady en la canoa’ son para mí los platos fuertes del libro. Ya conocía el cuento ‘Cómo se pela un huevo’, extraordinario por demás. Hay juegos de género (poesía y teatro) y hay diversiones gramaticales, por aquello de que el que escribe, se divierte. Quien lee también. El epígrafe que abre el tomo pertenece a un texto de 1849 de Manuel A. Alonso, primer exponente del criollismo y costumbrismo puertorriqueño: “Mi libro no lleva la pretensión de una obra acabada, pero sí la de ser el intérprete fiel de mis sentimientos: quizás será un estímulo para los escritores de Puerto Rico.” Vázquez Cruz se apropia de las palabras del ilustre y las hace pertinentes a nuestro entorno, toda vez que relata la vida de estos personajes atrapados en su propia transformación, las peculiaridades y costumbres relacionadas a la hegemonía heterosexual que se piensa pura y que no cree que comparta hábitos y rutinas relacionadas a la homo-bi-sexualidad, como si la distinción ideal y absoluta pudiera ser posible. Soy hétero y tú no, por eso te penetro el ano. Soy hombre y tú no, por eso te obligo a que me chupes la verga. Soy macho y tu hembra que quiere ser macho, por eso te como el culo y te agredo. Paradigmas engañosos, tristemente atormentadores.
Este es un texto que hay que aplaudir por su valor literario y por el hecho de que el autor haya decidido escribir sobre lesbianas en un país en el que se rehúye tocar el tema, aún entre autores y autoras de la comunidad LGBTTIQ y solidarios.

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Acerca de mí

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Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970). Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Acaba de recibir Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011). Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).

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