De machúas y
malacostumbrados: la mirada de Carlos Vázquez Cruz
Por Yolanda Arroyo
Pizarro
“Un pato en el barrio despierta en los hombres un doble permiso:
la burla y la embestida por
cuanto roto diga presente.”
—Malacostumbrismo, Carlos Vázquez Cruz
El libro de cuentos cierra con la
espeluznante descripción del crimen de una marimacha. Un crimen de odio perpetrado por dos macharranes
abusadores que quisieron castigarla por pata, por machúa, por lesbiana. La asesinaron
en un pastizal fangoso y la dejaron tirada en el fondo de una charca. La conmovedora
descripción de la búsqueda en el pueblo, por los alrededores, en la maleza
servirá de eterna pesadilla y pie forzado. Las violentas sodomías y demás penetraciones por
conducto “natura” y por boca a las que es expuesta la protagonista, quien de
manera estoica no se queja, pueden desquiciar al más entendido. La crueldad que desborda esta narración, nacida
de la realidad juvenil del autor, testigo escribiente de una memoria que los años
en vano han prometido consolar, se convierte en monstruosidad protagónica y personificación
malacostumbrada.
El texto se crece visceral, y
desde el propio infortunio de las vísceras de Milady, que se desbordan con el último
castigo, nos atormenta. Cuando el dúo le descubre que usa calzoncillos,
mientras le buscan el inexistente pipí, deciden de inmediato para ella la
impostura de un pene artesanal—pedazo agreste de madera—que es encajado en la
vagina de la bucha, para dominar traspasando útero y vientre.
Un descomunal relato de Vázquez Cruz,
este que nos atrapa. Un texto que bien valdría la pena dejar solo en un libro y
el libro ostentaría igual valía. Pero este cuento no es el único. Pertenece a
un corpus mayor titulado Malacostumbrismo,
editado por Carmen Zeta y publicado por Erizo Editorial en 2012.
El otro sexteto de narraciones gira
en torno a la vida cotidianamente caribeña de aquellos que se declaran en
contra de la norma: niños que aprenden a actuar como perros, madres
clarividentes, suegras que se defecan en sus propias ropas, jovencitos que son
iniciados en oralidades sexuales y onanismos ajenos por el propio progenitor, intertextualidades
“ujum” con otras obras, la apuesta por míster Hernández, hechiceras que rellenan morcillas con sangre menstrual, que adoban los bistecs contra su vagina rasurada, una maranta roja
echada a perder con pegamento, boleros y boleristas, una negra monja
desconvertida en sacerdotisa santera y una mascota llena de sarna cuyas llagas son lamidas por el amo en un acto de amor incongruente. Muy fuerte el tratamiento del asunto de la menstruación como
materia prima para brujerías. Muy fuerte la hiperrealidad de la supuración, las
úlceras y las resonancias de bestialismo. Un texto impactante.
‘Los tres reyes malos’ y ‘Milady
en la canoa’ son para mí los platos fuertes del libro. Ya conocía el cuento ‘Cómo
se pela un huevo’, extraordinario por demás. Hay juegos de género (poesía y
teatro) y hay diversiones gramaticales, por aquello de que el que escribe, se
divierte. Quien lee también. El epígrafe que abre el tomo pertenece a un texto
de 1849 de Manuel A. Alonso, primer exponente del criollismo y costumbrismo puertorriqueño:
“Mi libro no lleva la pretensión de una obra acabada, pero sí la de ser el intérprete
fiel de mis sentimientos: quizás será un estímulo para los escritores de Puerto
Rico.” Vázquez Cruz se apropia de las palabras del ilustre y las hace
pertinentes a nuestro entorno, toda vez que relata la vida de estos personajes
atrapados en su propia transformación, las peculiaridades y costumbres
relacionadas a la hegemonía heterosexual que se piensa pura y que no cree que
comparta hábitos y rutinas relacionadas a la homo-bi-sexualidad, como si la distinción
ideal y absoluta pudiera ser posible. Soy hétero y tú no, por eso te penetro el
ano. Soy hombre y tú no, por eso te obligo a que me chupes la verga. Soy macho
y tu hembra que quiere ser macho, por eso te como el culo y te agredo. Paradigmas
engañosos, tristemente atormentadores.
Este es un texto que hay que aplaudir por
su valor literario y por el hecho de que el autor haya decidido escribir sobre
lesbianas en un país en el que se rehúye tocar el tema, aún entre autores y autoras de la comunidad LGBTTIQ y solidarios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario