Mami tomaba las tapas de las latas de galletas export sodas, les hacía tres rotitos, le ponía alambres y las enganchaba de la verja del balcón que pintábamos un lustro no y el otro tampoco. Allí, echaba el azúcar que repiqueteaban con sus boquitas piquillentas las reinitas que auguraban felicidad. Revoloteaban dentro y fuera. Alas cargadas de fertilidad, energía, y vida. Mis reinitas no traían malas noticias. Mucho menos, mala suerte.
Hoy me acordé de mami, y no se por qué, también me acordé del primer hijo que tuve. Mi nene, intento e invento de mi vientre vacío. Adoptado a voluntad mía y de nadie más. Ése, aquel que antes arrullé y que cuidé de heridas, y de caídas y de monstruos que salían del closet, hoy no me recuerda. No tiene por qué hacerlo. Hoy defiende otros instintos maternales amarrados por derecho a un papel que huele a abogados. Hoy me odiaría si supiera que soy la querida y no la legítima. Hoy me detestaría si supiera que sigo amando a quien por derecho de tiempos y herencias del reloj, se sigue estremeciendo sobre mi cuerpo.
Me echaría de la nueva familia por la amenaza que represento. Me botaría del american dream que suponen sus compartires con gente de otros colores, de otros tamaños, de otros estilos de vida mucho más alternativos que el mío. Tiene un hermanito al que no conozco, y posee una madre sustituta que llegó ayer, pero que le escucha sus romances de pubertad y sus entonaciones de futuro.
Mami me acuerda a los que se van para siempre. Si uno ha perdido a la madre, todo lo demás es accesorio. Todo lo que uno puede hacer es conformarse a perder el resto de lo que verdaderamente importa… los hijos. Algún día sucederá, lo otro carece de importancia.
Indefensa y resignada, hoy me doy cuenta que ya perdí al grande. Que es de otra. Que defiende a otra, y es como enterrarlo, como renunciar a él. No me escogería a mí, que limpié sus mocos y cambié sus pañales. Jamás. No apuntaría a mi rostro si tuviera que defender su hábitat. Su hábitat me cercena, me delimita, me sacude al éxodo. Estoy demás. He estado fuera de su vida lo suficiente.
Otras reinitas entraron a la casa. Hicieron un nido en el hueco del motor automatizado de mi portón que abre y cierra a control remoto. Hoy sí han traído malos augurios. No quiero hablar más del asunto, ni de nada más, por un buen rato.
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Acerca de mí
- Yolanda Arroyo Pizarro
- Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970). Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Acaba de recibir Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011). Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).
6 comentarios:
Hermosa, profunda e impresionante perreta. Me dejaste el alma revuelta, compungida... Eres grande querida amiga.
Yolanda: La perreta más brutal que me ha llegado al alma. Tal vez no entienda del todo, ya que no soy madre pero sí tía y si mi sobrino se pusiera así a mí me destrozaría el corazón. ¿Sabes? Pero siempre regresan a pedir perdón. Eso espero. Un beso u abrazo enorme, amiga. Eres un ser digno de admirar en todo.
¿Cómo es que siempre logras estremecer lo más profundo de mi ser?
Me uno a las palabras de los compañeros. Realmente impresionante e intenso. Dolio y mucho! Un abrazo querida Yolanda!
¿Cómo es que has regresado a esos brazos? Imagino que ni tu misma sabes cómo. Pero no solo debes sentir el dolor de ser una “alternativa”, sino que el dolor de saber que fuiste tú quien dio el molde para la maravillosa persona que es tu hijo hoy, debe consumirte. Ya le pertenece a otra, “la legal”, pero no dejas de orbitar su vida. Aunque le pertenecen a otra, el hijo y el padre (casi una deidad trina), tú eres más legitima que nada y que nadie. Eres satélite, cuerpo celeste igual de importante que el planeta; satelite que altera marejadas y causa fenómenos. Además, sigues acomodada debajo del cuerpo que te cubre en amores. ¿Te digo un secreto? Por las venas de ese primer hijo no engendrado, pero que la vida te regaló, la sangre que corre es la tuya.
Animo, odalisca.
Una de las cosas que mas gustan de ti as la manera en que describes nuestro dolor. Lamentablemente ese es el precio que pagamos por las deciciones que tomamos hace tantas "lunes" atras...
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