Re- quemando taínos
Por Yolanda Arroyo Pizarro
“Salidos los indios de la casa de oración, tiraron las imágenes al suelo, las cubrieron con tierra y después orinaron encima diciendo: «Ahora serán buenos y grandes tus frutos»; esto lo decían por haberlas sepultado en un campo de labor, y, por tanto, sería bueno el fruto que allí se había plantado(…)” Así lo declara Fray Ramón Pané en su ‘Relación acerca de las Antigüedades de los indios’, el primer documento etnográfico de América basado en sus experiencias con los taínos de La Española. El evento culmina con la más despótica incomprensión como respuesta de parte del gobierno regente del Almirante y su hermano Bartolomé Colón. Los taínos protagonistas de enterrar las imágenes católicas fueron quemados públicamente. Se les castigó con la vida por entenderse que su acción era burda, soez y ofensiva a las instituciones centenarias que los españoles ciegamente defendían.
Pané muy difícilmente podía imaginar en aquel tiempo, que ese primer informe sobre las exóticas y novísimas culturas nativas de La Española, se convertiría en el telón de fondo de una conducta que cientos de años más tarde repetiría la entidad educativa dominante del pueblo de Borinquen. En aquel momento el imperio colonizador, ignorando la idiosincrasia de un pueblo recién “descubierto” y su base cultural y mística, tacharon el acto realizado por los indígenas como el de barbárico. Los taínos tenían por costumbre enterrar a sus propios cemíes por razones de respeto a las cosechas y la tierra. Repitieron lo mismo enterrando las imágenes católicas que habían traído los “salvadores cristianos”. Dicha incomprensión y apatía ante la aceptación del pensamiento alienígena desembocó en un derroche de maléfico poder y la muerte de los propios indios. Pagaron con su vida un asunto que, sentados a la mesa de cualquier negociación de tribus y pueblos, podía haberse zanjado. Con la censura de este acto de expresión se realizó un daño irreparable y criminal.
El Departamento de Educación de Puerto Rico acaba de declarar como inaceptables una serie de obras literarias entre las que se incluyen Antología personal, de José Luis González; El entierro de Cortijo, de Edgardo Rodríguez Juliá; Mejor te lo cuento: antología personal, de Juan Antonio Ramos; Reunión de espejos, editado por José Luis Vega; y Aura, de Carlos Fuentes. La razón primordial que proporciona el Dr. Juan J. Rodríguez, subsecretario de Asuntos Académicos, es que las obras contienen lenguaje “burdo y soez”, que esto ofende, que no le hace bien a la cultura, que pone en peligro el estado de idiosincrasia actual y que él, por supuesto, recibe órdenes del propio Carlos Chardón, Nuevo Almirante.
Varias palabras/ideas que se asoman a mi mente ante este evento: intransigencia, obstinación, fanatismo, barbarie, holocausto, prehistoria, cromañonería. El Departamento de Educación de Puerto Rico acaba de repetir con su acción el mismo acto de ceguera irracional, absurda y disparatada que nuestros primeros colonos. Evitar la exposición a nuestro estudiantado de éstos y otros libros ya anteriormente (y solapadamente) censurados, es una descarada muestra de maliciosa intolerancia y mísera prepotencia por parte de la hegemonía dominante. Cada vez que a un estudiante se le retiran oportunidades de desarrollar el pensamiento crítico a través de la lectura de textos que provoquen el saber y la opinión, estamos quemando taínos. “Again and again”.
Por Yolanda Arroyo Pizarro
“Salidos los indios de la casa de oración, tiraron las imágenes al suelo, las cubrieron con tierra y después orinaron encima diciendo: «Ahora serán buenos y grandes tus frutos»; esto lo decían por haberlas sepultado en un campo de labor, y, por tanto, sería bueno el fruto que allí se había plantado(…)” Así lo declara Fray Ramón Pané en su ‘Relación acerca de las Antigüedades de los indios’, el primer documento etnográfico de América basado en sus experiencias con los taínos de La Española. El evento culmina con la más despótica incomprensión como respuesta de parte del gobierno regente del Almirante y su hermano Bartolomé Colón. Los taínos protagonistas de enterrar las imágenes católicas fueron quemados públicamente. Se les castigó con la vida por entenderse que su acción era burda, soez y ofensiva a las instituciones centenarias que los españoles ciegamente defendían.
Pané muy difícilmente podía imaginar en aquel tiempo, que ese primer informe sobre las exóticas y novísimas culturas nativas de La Española, se convertiría en el telón de fondo de una conducta que cientos de años más tarde repetiría la entidad educativa dominante del pueblo de Borinquen. En aquel momento el imperio colonizador, ignorando la idiosincrasia de un pueblo recién “descubierto” y su base cultural y mística, tacharon el acto realizado por los indígenas como el de barbárico. Los taínos tenían por costumbre enterrar a sus propios cemíes por razones de respeto a las cosechas y la tierra. Repitieron lo mismo enterrando las imágenes católicas que habían traído los “salvadores cristianos”. Dicha incomprensión y apatía ante la aceptación del pensamiento alienígena desembocó en un derroche de maléfico poder y la muerte de los propios indios. Pagaron con su vida un asunto que, sentados a la mesa de cualquier negociación de tribus y pueblos, podía haberse zanjado. Con la censura de este acto de expresión se realizó un daño irreparable y criminal.
El Departamento de Educación de Puerto Rico acaba de declarar como inaceptables una serie de obras literarias entre las que se incluyen Antología personal, de José Luis González; El entierro de Cortijo, de Edgardo Rodríguez Juliá; Mejor te lo cuento: antología personal, de Juan Antonio Ramos; Reunión de espejos, editado por José Luis Vega; y Aura, de Carlos Fuentes. La razón primordial que proporciona el Dr. Juan J. Rodríguez, subsecretario de Asuntos Académicos, es que las obras contienen lenguaje “burdo y soez”, que esto ofende, que no le hace bien a la cultura, que pone en peligro el estado de idiosincrasia actual y que él, por supuesto, recibe órdenes del propio Carlos Chardón, Nuevo Almirante.
Varias palabras/ideas que se asoman a mi mente ante este evento: intransigencia, obstinación, fanatismo, barbarie, holocausto, prehistoria, cromañonería. El Departamento de Educación de Puerto Rico acaba de repetir con su acción el mismo acto de ceguera irracional, absurda y disparatada que nuestros primeros colonos. Evitar la exposición a nuestro estudiantado de éstos y otros libros ya anteriormente (y solapadamente) censurados, es una descarada muestra de maliciosa intolerancia y mísera prepotencia por parte de la hegemonía dominante. Cada vez que a un estudiante se le retiran oportunidades de desarrollar el pensamiento crítico a través de la lectura de textos que provoquen el saber y la opinión, estamos quemando taínos. “Again and again”.
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