Dos nombres con A: Ana María y Auro (una conversación de aeropuerto)
Por Yolanda Arroyo Pizarro
Festival de la Palabra en Nueva York - 9 de mayo 2011
Le pregunté al oído, en un momento dado cuando estuvimos a solas, si no le molestaba que le platicara. Pero si me encanta platicar, mi niña, me dijo mientras nos aislábamos del ruido del JFK. Esperábamos por las maletas; Jao Paolo Cuenca tomaba fotos, Moisés Agosto y Magali García Ramis se enfrascaban en un diálogo apasionado sobre la inspiración. Me encanta oír a la gente, robarles sus historias, Yolanda (y dijo mi nombre; yo enmudecí), así que platica, platícame. Carraspeé. Quería decirle algo con sentido, algo con raciocinio. Algo que valiera la pena, vamos. Pero estaba nerviosa. Los aviones me ponen ansiosa y yo me acababa de bajar de uno, nada más y nada menos que en uno de los aeropuertos con más tráfico del planeta; nada más y nada menos que acompañada de Ana María Matute. Su hijo le buscaba las maletas en la correa, ella sonreía indagando el mundo desde su silla de tránsito. Le dije: mi hija Aurora, que no reside conmigo, un día de estos, cuando sé de cuenta que su madre vivió toda esta aventura, va querer saber qué nos dijimos aquí, usted y yo. Cuénteme algo para responderle, Ana María.
Ella sonrió amplia, elegante, magistral. Movió el rostro de lado a lado y su cabellera blanca emitió púlsares. Dile… dile que yo te ordené idolatrarla, amarla desde todos las flancos posibles, siendo la literatura uno de ellos. Dile que te conté que a mí me quitaron a mi chiquito cuando me divorcié, y que estar lejos de él fue lo más duro que me tocó vivir. Me has dicho que ése no es tu caso, pero igual dile, dile que aunque ahora estén ustedes separaditas, siguen ustedes juntitas en sus corazones. Eso le vas a decir que te dije.
Y pues, yo aquí, eso hago.
1 comentario:
estoy total y felinamente erizada. gracias por compartirlo!
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