La ilustración de portada y las imágenes de interior son de la autoría del talentoso Julio García |
No pude soltar el nuevo libro
del escritor puertorriqueño Max Chárriez titulado “2058 D.C.” Tan pronto inicié
la lectura me capturó. Chárriez ya ha demostrado que domina muy bien la trama y
el suspenso. Encontrarlo en estas páginas haciendo alarde de su gran técnica para
construir cuentos de ciencia ficción o ciencia especulativa (como más me gusta
a mí llamarla) ha sido muy grato. El primer cuento, que lleva el título del
libro, transcurre en ese preciso año y describe el momento en que la humanidad
ha enviado personas y criaturas hacia Europa, una de las lunas de Júpiter, pero
se concentra en lo que han dejado detrás. Así pues, se nos muestra un planeta
revolcado gracias a que un consorcio de países latinoamericanos ha invadido lo
que antes fuera los Estados Unidos. Sumamente interesante resultan otras
situaciones que se llevan a cabo en otros lugares de la Tierra, como por ejemplo, en el
Nuevo Palacio de Santa Catalina mientras se instaura una ley marcial en la antigua isla de Puerto Rico. Es en ese
momento cuando el protagonista —padre de uno de los humanos lanzados al
espacio—, le escribe cartas a su hija para que ella no olvide de dónde ha
venido y para que a través del repaso de la historia, haga todo lo posible para que la misma no se repita.
Le seguirán cuentos como “Uso
natural” que relatan un futuro antiparadigmático en el que un muchacho debe sufrir por sentirse diferente
al resto. El personaje vive en una época en la que el homosexualismo es la
norma. Hombres tienen parejas hombres, y mujeres tienen parejas mujeres. El protagonista,
a medida que pasa el tiempo, se da cuenta de cómo sus sentimientos son volcados
a privilegiar, o al menos preferir, el romance con una de las muchachas que
observa mientras esta y su novia se besan en las tardes.
Otros cuentos como “Azul”, y “José
de papel y de palabras” nos remiten a una atmósfera de romance elegante, de
nostalgias, de tristezas. El resto de los textos nos recuerdan a Isaac Asimov y
a Ray Bradbury, y a las narraciones futurísticas y apocalípticas que
construyeron.
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