Por Yolanda Arroyo Pizarro
transVersos es el nombre del ente apalabrado de Gastón Malgieri, un
colaborador asiduo del colectivo literario HomoerÓtica. Es un autor que ha
cruzado fronteras, puesto que sus remesas son desde Argentina. Desde allá apoya, denuncia y nos abraza en la
distancia. Las páginas transversadas me hicieron compañía
durante los pocos ratos libres que tuve en un fin de semana caracterizado por las
jornadas de trabajo de doce o más horas por día que estuviera realizando desde Fajardo, Puerto
Rico. Respiré amaneceres, es cierto, y respiré alineación de los planetas
Venus, Júpiter, Marte y Mercurio. Pero también inhalé y exhalé el elixir de los ritmos
circadianos del paridor de versos que es Gastón.
Este libro-guerrilla artesanal se
realizó durante el taller Vivo MACPR en el mes de enero 2011, pero lo adquirí
durante el pasado Festival de la Palabra 2012 ya que la casa editorial al que
pertenece es Atarraya Cartonera, una entidad hermanada con otras cartoneras de Latinoamérica,
que exhibían su catálogo en el encuentro de escritores.
Malgieri es nacido y criado en
Mar del Plata, Argentina. Un autor joven que vio el mundo en 1977. Desde ese
momento su destino fueron las letras, y las experiencias de vida que lo fueron
conformando han estado impregnadas de un impresionante intento por nombrar la
belleza. Es este texto, transversos, una
acumulada reminiscencia del sabor que
deja su fulguración cuando, en efecto, versa.
Un bestiario destemplado en el que el escribano radiografía a la humanidad como si fuésemos una
jauría, manada o rebaño de “moscas furiosas”.
“¿En qué dios creo, señor
sacerdote?”, cuestionan sus dudas asonantes que se conjugan con concejales,
mandatarios, plegarias para el marica, el mamporro, y el “mami”. Aquí se
desdibujan esperanzas con las piromaníacas existencias que roban la pipa que fuma
el padre y que marcan los labios de una muñeca de trapo. El de/venir del lodo, desde
la óptica de Gastón, da cuenta del pesebre pagano en las afueras
industrializadas de Avellaneda y de la miopía en la sección cinta adhesiva. Las pieles son el
desahogo profuso de quienes se niegan a ser puritanos mezclados con los espías causantes
del dolor del mundo. El punto máximo pudiera
ser Foto Familiar, un esperado
desenlace para una poética que va
escalando y que se vuelve obsesión frugal para el que recibe.
Finaliza el poeta con una aceptación del entierro: “Y eso será
todo/ una placa sin brillo […] el silencio absoluto”. Mortalidad versus
mortandad. Vida versus existencia. Silencio
que no le pertenece a Malgieri puesto que su voz debe seguir resonando.
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