Tamarindo y otros poemas
Poesía
Del libro Medialengua
Yolanda Arroyo Pizarro
Yolanda Arroyo Pizarro es una de las voces más interesantes de la actual narrativa y la poesía escrita en Puerto Rico. La crudeza de sus imágenes, la vitalidad con la que se enfrenta a las aristas más íntimas de la cotidianidad, su mirada desprejuiciada y obsesivamente libertina (y libertaria) le confieren a su poesía y a su prosa una autenticidad única, y nos permite descubrir que cada uno de sus poemas, cada una de sus piezas narrativas nacen de una muy singular postura ante la vida que ella desnuda en su personalísima obra con la madurez de los grandes.—Amir Valle
Tamarindo
Cuando se toma un tamarindo con la punta de losdedos, se parte, se abre, se remueve la cáscara y se
coloca en la entrepierna, y se lame, se empuja con la
lengua, se saborea y se retira la pulpa de la pepita a
mordisquitos, pedazo a pedacito, y se presiona contra
las paredes de piel abultadas, levantadas, inflamadas y
rosas, un poco embarradas, y se promete con los ojos
cerrados acariciarte el alma, venir a redimir lo ya
vivido, llegar a sanarte, a colocarte curitas, decirte
pegadita a los labios mordidos que “eres mi todo”, y
prometer las mejores noches, los mejores días, y te
juegan con los rollitos de cabello a medio crecer y te
muerden la espalda, y te marcan de jiquis los pechos, y
te estampan un cardenal en el cuello porque su mano
se ha cerrado sobre la nuca, y te susurran el nombre,
ese nombre mientras te bailan las caderas, y te danza
la pelvis o se te derraman los jugos por todas las
hendijas, y se acaba la masa, escasea la medula frutosa,
te juran clavarte así, clavarte así, así siempre y te
taladran el labio inferior mientras uno, dos, tres dedos
abren tus cuencas, todas ellas, y se entremezclan todos
los sabores agrios, más agrios, dulces, empalagosos, y
esta mujer se estira y se ladea, juega a embestirte y se
viene, entonces, solo entonces se ha probado
verdaderamente el tamarindo.
*****
Elegía a Juana la Loca
A Federico García Lorca
Soy la infanta de Castilla y Aragón
Celosa de las manos del hombre que me pertenece
Celosa de su falo, mi hermoso
No quise ser como los hombres quisieron que yo fuese
No jugué al escondite con mi ser
Fui loba
Arrebaté; usurpé
Arranqué cabellos largos de otra
y escupí rostros
abofeteé intrusas
tomé lo que es mío para mí.
Me tildaron de quincallera, desquiciada y delirante
velé sus ojos mancebos
dormidos en la muerte
besé sus labios antes del embalsamamiento, y después
probé su lengua fría
cerré mi corazón; ya para nadie más
escondidos en la tienda real
moví sobre sus caderas las mías
y permití que entrara toda su frialdad tiesa
en mis concavidades
muero altiva, exigente
mío de mí, sigue siendo este hombre
*****
Desde esta prisión veo tus ojos
Desde esta prisión veo tus ojosdibujo tu esfera de rostro
tu sonrisa transparente
tu ceño sin fruncir no está
y tampoco hace falta.
Desde aquí
escucho a los gorriones discutir
por tus espacios.
Los que no transitas y reclamas
aún sin presenciarlos
sin detenerte a abrazarme
me tocas
me acaricias la melena enmarañada
juegas con algún rizo.
Desde aquí no pesan las cadenas
no me faltan las porciones de alimento
o de aire
o de llantos.
No me inclino ante tus dioses
se recrudece nuestra historia
sueño que algún creador no me abandona
aún con mi fanfarria
con mi perfidia
con mi temeridad.
Esta cárcel sabe a caramelo mohoso
mis lenguas lamen conforme pasa el tiempo
los barrotes todos.
Mis lenguas se hacen viperinas
en el ejercicio de tu negación tres veces.
Se cruzan y se dividen cual medusa traidora
soy tu Judas Iscariote
sangro clavos
bebo espinas
sigo aquí
encerrada en esta herrumbre que se deforma
pero no se derrumba
y se pudre.
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