Alexéi Tellerías, autor de Cuadernos de Catarsis |
Los catarcisismos de Tellerías
Por Yolanda Arroyo Pizarro
Desde el Cero
hasta El crudo, Alexéi Tellerías sabe purgar sus pasiones en este su poemario Cuaderno de Catarsis. En él [dentro de
Alexéi, dentro del libro, entre las páginas] encontramos todo tipo de
confesiones que nos hacen recordar lo que para Bretch era la catarsis persé, aquella
“ilusión balsámica” casi ritualista, a veces perniciosa para la experiencia y
no para lo ornamental. Este libro rojo, con portada de boca abierta, ancha,
lista para el sacudión y el atragantamiento invasivo, nos permite la entrada a
la reflexión cotidiana, como antesala al evento conciliatorio profundo de la psyque.
El poema ‘Sueño’, texto fundante del conjunto estético, denota un canvas fructífero en el esbozo de polemizar y teorizar la catarsis (tomo prestado tu aliento/ para empezar), que se ha traducido, según los filósofos como ‘purificación’. Lo mismo auguran los versos de ‘Súplica’ y ‘Noche surreal’ mientras damos vueltas en carrusel por la Duarte y permitimos el carácter elevado de la danza dialogística de ‘Pseudo’: “víctima indefensa/ de una ameba uasdiana/ enfermo empedernido/ maniaco-compulsivo/ yo/ obsesivo con la materia”.
‘Ausencia’, ‘A lo lejos’, ‘Celebrarte’ y ‘Catarsis’ completan mi set de favoritos junto a ‘Faltan diez para las doce’ y la prosa poética del ‘En crudo’. Tellerías dota su abecedario de cierta extensión alquimista, de cierto lenguaje quimérico, lleno de bellezas y especias diversas que nos hacen sentir cada vez más y más livianos, con menos equipaje. Estamos frente a un documento bien pensado y bien logrado.
El método catártico
en Alexéi (contraindicado por Sigmund Freud) pulsa y expulsa el aire, a la
sazón poétizado; el sol poético, las incongruencias de la primera persona
singular poética cuando cohabita y copula con la segunda, la tercera y las
plurales poetizadas, a medida que sucumbe a la tragedia pormenorizada de la que
hablaba Aristóteles hace dos milenios, pero que en el hoy de la vaina y los
envainados, todavía nos salva.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario