“Mientras el país se caía a pedazos
nosotros aprendíamos a hablar, a caminar, a doblar las servilletas en forma de
barcos, de aviones.” —Alejandro Zambra (p. 56)
‘Formas de
volver a casa’ del chileno Alejandro Zambra es una novela maravillosa. La atmosfera
de nostalgia que combina con el marco histórico (la dictadura de Pinochet)
desde los ojos de un personaje de autoficción a lo Vila-Matas, nos maneja como lectores/avatares
desde una focalización muy efectiva. El protagonista, de chico, se infatúa con la
vecina; de grande se encuentra/desencuentra con el amor de juventud; de adulto se
obsesiona tristemente con una mujer inasible que se muda de su casa pero no de
su vida, a la que promete/amenaza que incluirá como personaje en la novela que
escribe. Zambra trabaja el desapego de los padres y la alegoría de las pérdidas
con magistralidad:
“Los padres abandonan a los hijos. Los
hijos abandonan a los padres. Los padres protegen o desprotegen pero siempre
desprotegen. Los hijos se quedan o se van pero siempre se van”.
El mundo “para volver a casa” es confuso,
fragmentado, dividido. Madame Bovary es crucial en la adolescencia del
protagonista que rememora a personajes reales de su entorno, y a la música y el
cine que lo terminó de criar. El autor trabaja muy bien las instancias de perdición,
de hundimiento. En una de las reflexiones favoritas indica: "Queremos ser
actores que esperan con paciencia el momento de salir al escenario. Y el
público hace rato que se fue".
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