Serie narradoras puertorriqueñas: Awilda Cáez y El amante que desaparece dos semanas
Cómo escribí mi cuento favorito
Especial para Boreales de Yolanda Arroyo Pizarro
Andrea perdió a
su amante a finales de octubre del 89 y, dos semanas después, cayó el Muro de
Berlín. Todavía le duraba el despecho la noche que observó en el noticiario a
miles de alemanes en Checkpoint Charlie celebrando la eliminación de las
restricciones para viajar de este a oeste. Pensaba en Fritz y en lo felices que
estarían en medio del tumulto, disfrutando lo que tantas veces pensaron que
nunca ocurriría. Pero luego de varios segundos se dio cuenta de que eso hubiese
sido un disparate, porque ella era una mujer casada y no le convenía que la
vieran paseando con un hombre que no era el suyo. Sí, Andrea estaba casada
hacía nueve años con Heinrich, pero cada vez que se escapaba al apartamento de
su amante hacía todo lo posible por olvidar ese detalle ahogándolo en la gran
piscina de la culpa, aunque a veces la conciencia es como una pelota de goma
imposible de hundir en el agua.
Este es el principio de un cuento
que pasó por unas cuantas versiones antes de llegar a la que se publicó en mi
libro más reciente. La primera mostraba a una Andrea perdida en una ciudad que
acababa de cambiar para siempre su historia con la caída del Muro de Berlín.
Debe estar en algún archivo dentro de la computadora, de esos que se guardan
por pena. La segunda versión contaba la vida de una Andrea sumisa y melancólica
que esperaba en el parque frente a su apartamento el momento preciso para
preguntarle a un saxofonista si había conocido a Fritz, y si podía decirle dónde
encontrarlo. Ese cuento estaba a punto de ser incluido en el libro final, pero
me di cuenta de que odiaba a la protagonista; me resultaba insufrible su
sufrimiento. Decidí crear a otra Andrea, más mujer y menos víctima, una alemana
desconfiada, atrevida. Así llegué hasta la última versión que incluyó a un
marido supuestamente enajenado, una ciudad que derrumba sus muros y una Policía
Secreta implacable. Lo que nunca cambié en las tres versiones fue el amante que
desaparece dos semanas antes de que caiga el Muro. Hay un repique de curiosidad
cuándo buscamos a alguien. Tratar de resolver el acertijo de la pérdida es una
de las mejores artimañas de la imaginación. ¿Dónde se esconde Fritz? ¿Por qué
no llama a Andrea aunque sea para confirmarle que la ha abandonado “como si
fuera un libro que no dieron ganas de leer completo”?
Me gustan las historias de mujeres
cínicas y solas en grandes ciudades del mundo. Mujeres que disimulan sus
sentimientos, que se desilusionan no porque alguien les mintió sino porque
sienten que debieron prepararse mejor para recibir el golpe. Berlín traiciona a
la protagonista porque las ciudades son infieles: ninguna se guarda para que
una sola persona la descubra.
Escribí este cuento para que Andrea encontrara a su amante aun en
medio del caos por la caída del Muro de Berlín. Puede ser que, al igual que
sucede en la realidad, lo perdido aparezca cuando ya esté olvidado.
Cuento: “Pedazos”
Libro: Manchas de tinta en los dedos
País Invisible Editores, septiembre de 2013
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